2 Timoteo 4:9-15 NTV: “Timoteo, por favor, ven lo más pronto posible. Demas me abandonó porque ama las cosas de esta vida y se fue a Tesalónica. Crescente se fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Trae a Marcos contigo cuando vengas, porque me será de ayuda en mi ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso. Cuando vengas, no te olvides de traer el abrigo que dejé con Carpo en Troas. Tráeme también mis libros y especialmente mis pergaminos. Alejandro -El que trabaja el cobre- me hizo mucho daño, pero el Señor lo juzgará por lo que ha hecho. Cuídate de él, porque se opuso firmemente a todo lo que dijimos.”
Una lección muy importante que necesitamos aprender para nuestro andar en la fe es la importancia de ser selectivos con las personas que nos rodean. Esto no sígnica que tengamos más alto o menor concepto de nosotros mismos ante los demás, por el contrario, se trata de amar y ver la diversidad en cada persona, respetar sus procesos pero asociarnos, estrechar lazos, solamente con aquellos que edifican realmente nuestra vida.
La vida del apóstol Pablo nos da un claro ejemplo de lo anterior. Su estrecha relación con el Señor le ayudó a edificar amistad con aquellos que antes persiguió y la sabiduría a través de su dedicación a la palabra de Dios le ayudó a escoger adecuadamente aquellos que lo rodeaban y apoyaban en su ministerio. La amistad edificada en el amor de Cristo nos lleva a crecer. Cuando el pecado entró en el mundo no sólo impactó nuestra relación con Dios, sino la de toda la humanidad y de diversas formas, la creación que Dios hizo buena se corrompió, al no poder tener una comunión íntima con Dios, quedamos desorientados para establecer nuevas relaciones y nos centramos más sólo en nosotros mismos. El daño del pecado no sólo fue vertical sino también horizontalmente.
No fuimos creados para estar solos, Dios se complace en la amistad cuando a través de ella somos edificados, edificamos a otros y en unidad nos rendimos para servirle. Por tanto, necesitamos rodearnos correctamente, cuando lo hacemos, construimos una amistad con propósito.
Necesitamos rodearnos de personas que nos amen incondicionalmente. Eran momentos duros para Pablo, el anhelaba tener cerca a Timoteo, porque era alguien que sin condiciones y sin buscar ningún beneficio, le respaldaría. Su compañía desinteresada y útil era una herramienta del Señor para levantar sus brazos y darle la paz que necesitaba; “Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
Necesitamos rodearnos de personas dispuestas a brindarnos ayuda. Una amistad en Cristo está dispuesta siempre a ayudarte. Sólo Lucas estaba con Pablo, pero él sabía que necesitaba más personas a su lado para prepararse para el juicio y entregar las responsabilidades ministeriales. Timoteo y Marcos estaban en su corazón, no porque fuesen la única opción, sino porque habían trabajado a su lado, él sabía que podía contar con su respaldo.
Necesitamos rodearnos de personas en las que podamos depositar nuestra confianza. Pablo le encomienda aún sus cosas personales a Timoteo, ¡no me imagino el valor de esos pergaminos! Si Pablo no confiara en su discípulo, jamás le habría pedido este favor, ¿se imaginan que sus escritos personales hubieran caído en las manos equivocadas…?
Necesitamos rodearnos de personas que nos adviertan del peligro. Alejandro fue un gran opositor, dice Pablo que le hizo mucho daño, sin embargo, sin rencor alguno, él sabe que es Dios el único Juez, por eso puede descansar en Él; pero no duda en advertir a su amigo del peligro que esta persona representa, pues no quiere que también le cause dañe a él.
“Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas.” (Eclesiastés 4:9-10 NTV)
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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