2 Timoteo 2: 23-26 NTV: “Te repito: no te metas en discusiones necias y sin sentido que solo inician pleitos. Un siervo del Señor no debe andar peleando, sino que debe ser bondadoso con todos, capaz de enseñar y paciente con las personas difíciles. Instruye con ternura a los que se oponen a la verdad. Tal vez Dios les cambie el corazón, y aprendan la verdad. Entonces entrarán en razón y escaparán de la trampa del diablo. Pues él los ha tenido cautivos, para que hagan lo que él quiere.”
En esta carta hemos aprendido que, el apóstol Pablo no sólo busca enfocar al joven Timoteo para que pueda ser útil en la obra de Dios en Éfeso, sino que también le enseña cómo puede mantenerse fiel, guardando su santidad para ser un instrumento honroso en las manos del Señor.
Insistente frente a la importancia de no detenerse en las discusiones de aquellos que se habían desviado de la sana doctrina, Pablo enseña las cualidades que distinguen a un siervo del Señor, esta versión de las escrituras nos permite identificarlas con claridad para mirar hacia nuestro interior y saber cuánto nos falta por ser transformados en la presencia del Señor.
Tres palabras: armonía, unidad y sabiduría. Cuando pensamos en todos los opuestos de “pelear” podemos encontrarnos con esta palabra. Un siervo de Dios es una persona que busca, vive y ama vivir en plena armonía con él, consigo mismo y con los demás, creyentes y no creyentes. Tiene un carácter equilibrado, y procura guardar las proporciones en todo momento y en todo lugar, por eso no concibe, no le gusta nada que desentone en medio de esta perfecta armonía. Los desafinados conflictos no hacen parte de la partitura de su vida, por eso no participa en contiendas, ni tampoco es el iniciador de ellas porque su melodía siempre es tocada con notas de sabiduría y amor.
Un siervo de Dios vive y busca la unidad, por eso su bondad no hace acepción de personas, es la misma para con todos y tiene la capacidad de enseñar aún aquellos que son difíciles y ponen a prueba la paciencia. Como tiene una identidad, sabe a quién y a dónde pertenece, por eso puede instruir con mansedumbre a aquellos que no están de acuerdo con él, porque sabe que la obra pertenece a Dios y que es él quien concede el verdadero arrepentimiento.
“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” (Santiago 3:17)
Un siervo de Dios busca la sabiduría, porque es ella la que le provee lo necesario para guardar la armonía en su vida, para discernir aquellas cosas que buscan desentonar y apagarlas de inmediato, le permite actuar con prudencia para mantener la unidad del amor, en su relación con el Padre, con su familia y con el cuerpo de Cristo. Cuando el siervo de Dios busca la sabiduría en el temor de Dios, entiende que no debe pelear con las personas sino con aquel que las tiene cautivas, engañadas para que hagan lo que él quiere.
En conclusión, el secreto para ser verdaderamente un siervo de Dios es ser lleno del Espíritu Santo: “En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio…” (Gálatas 2:22-23 NTV)
Tiempo de Hablar con Dios: Amado Señor, cada vez que entiendo la verdadera esencia de lo que es ser un siervo tuyo, sólo puedo descubrir cuánto me falta por aprender, por quebrarme en tu presencia para que pueda ser transformado y morir a lo que me impide mostrar más de Ti y menos de mí. Hoy reconozco que no puedo sin tu ayuda, necesito el fruto de tu Espíritu para ser verdaderamente tu siervo, lo anhelo y lo deseo en mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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