2 Timoteo Pero El Señor…

2 Timoteo 4:16-18 NBLA: “En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta. Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció, a fin de que por mí se cumpliera cabalmente la proclamación del mensaje y que todos los gentiles oyeran. Y fui librado de la boca del león. El Señor me librará de toda obra mala y me traerá a salvo a Su reino celestial. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

Finalizamos nuestra serie de devocionales basados en la segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo. Un camino de consejos prácticos para nuestra carrera de la fe y en específico, para nuestra lucha en estos tiempos en los que la corrupción de este mundo parece venir sobre nosotros como una corriente tan fuerte, que pretende ahogarnos en ella, por tanto, nos es necesario vivir en la verdadera esencia de la fe, Cristo, para que, a pesar de las más fuertes tormentas, nuestras raíces en Él nos ayuden a mantenernos en pie.

En estos últimos apartes, donde se pueden entrever detalles de la vida de Pablo, hemos aprendido un poco de la esencia de su fe, mostrando un carácter forjado por las pruebas y el sufrimiento, donde nunca el Señor dejo de permanecer a su lado y fortalecerlo para cumplir el propósito por el cual fue llamado. Desde el inicio de su ministerio hasta hoy, aprendemos la importancia de tener plena identidad en Cristo y ser cristianos que viven en la esencia. Pensemos en algunas conclusiones según todo lo que hemos aprendido, brevemente les dejo algunas:

Un creyente que vive en la esencia tiene plena certeza de la Fidelidad del Señor. Aún personas que Pablo amaba no estuvieron a su lado, pero él sabía cuál era la compañía más importante que necesitaba en su vida, la única que podía fortalecerlo plenamente para continuar con su ministerio a pesar de cualquier oposición y prueba, por eso afirma convencido: “Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció.” Si no hubiera experimentado la soledad, no tendría el privilegio de tal afirmación.

Un creyente que vive en la esencia permanece en la obra de Dios. Si Pablo no hubiera sido perseverante y firme en su fe y en su llamado a la obra del reino, ¿te imaginas todo lo que nos habríamos perdido? Vivir en la esencia es saber de dónde venimos y hacia dónde vamos, sólo así comprendemos que nada de lo hagamos será suficiente para mostrar gratitud al que TODO lo ha dado por nosotros.

Un creyente que vive en la esencia sabe que la palabra de Dios cumple su propósito una vez sale de la boca de Dios, por cuanto es viva y eficaz. Todo puede derrumbarse a nuestro alrededor, aún nosotros mismos, pero su palabra permanece para siempre y jamás vuelve vacía.

Un creyente que vive en la esencia confía en Dios, inclusive ante lo que parece imposible, como ser librado de la boca del león. Por eso no hay NADA que pueda hacer el enemigo y todas las fuerzas de este mundo que pueda impedir que lleguemos “a salvo” a nuestro destino, nuestro encuentro con El.  

Un creyente que vive en la esencia es maduro porque sus raíces han crecido en la intimidad del Padre y se han fortalecido en Su palabra. Una muestra de esto es que su corazón rebosa de gratitud por eso siempre da la gloria a Dios, sin importar las circunstancias y con sabiduría frente a su condición, Pablo tiene una actitud de honra, dar honra es evidencia de una fe madura.  

PERO EL SEÑOR… esta semana necesitamos recordar: todos se van PERO EL SEÑOR está conmigo, todos fallan PERO EL SEÑOR es Fiel, nos apartamos PERO EL SEÑOR nos atrae a sus brazos con amor, fallamos PERO LA MISERICORDIA DEL SEÑOR es para siempre, pueden levantarse contra nosotros PERO EL SEÑOR nos libra de todo mal. A Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)

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