2 Timoteo 1:8-10 NTV: “Así que nunca te avergüences de contarles a otros acerca de nuestro Señor, ni te avergüences de mí, aun cuando estoy preso por él. Con las fuerzas que Dios te da prepárate para sufrir conmigo a causa de la Buena Noticia. Pues Dios nos salvó y nos llamó para vivir una vida santa. No lo hizo porque lo mereciéramos, sino porque ese era su plan desde antes del comienzo del tiempo, para mostrarnos su gracia por medio de Cristo Jesús; y ahora todo esto él nos lo ha hecho evidente mediante la venida de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Destruyó el poder de la muerte e iluminó el camino a la vida y a la inmortalidad por medio de la Buena Noticia.”
Esta es la última carta de Pablo escrita en medio de una dura temporada mientras se encuentra en prisión en Roma. Al parecer, está en medio del juicio y su situación no es nada fácil, estaba seguro que esta vez no sobreviviría, quizás por eso agrega un carácter muy personal a su mensaje pues le urge la presencia de su colaborador Timoteo, quien al parecer continúa trabajando en Éfeso.
En estos versículos, vemos que el mensaje de Pablo, más que un saludo, es un reto para su gran colaborador. Ya es tiempo de asumir su llamado al liderazgo con todo lo que esto trae consigo. Teniendo en cuenta la firmeza de su fe, él inicia llamándolo a rechazar cualquier tentación a sentir vergüenza por la predicación del evangelio y por el mismo Pablo, quien se encuentra sufriendo por llevar a cabo esta obra; como consecuencia de sus constantes visitas a la cárcel, su reputación estaba en boca de muchos, al punto que lo consideraban un criminal, por eso sentían vergüenza de él y dudaban de su llamado al ministerio.
Una de las armas favoritas del enemigo para mantenernos inmovilizados, es hacernos dudar de lo que somos, de lo que nos ha sido dado o de lo que aprendemos. Algunos confunden la timidez con la prudencia, pero está lejos de asemejarse a esta. Sin duda, es una debilidad de nuestro carácter que en manos de nuestro adversario abre brechas en nuestras filas de batalla. Según su definición la timidez es la: “Sensación de inseguridad o vergüenza en uno mismo, que una persona siente ante situaciones sociales nuevas y que le impide o dificulta entablar conversaciones y relacionarse con los demás.”
Ahora entendemos porqué Pablo le dice a Timoteo que Dios no le ha dado un espíritu de cobardía sino de poder, porque la más mínima sensación de “timidez” es un reflejo de vergüenza o inseguridad, por eso no podía ceder ante la tentación de sentirla.
Entonces, en estos tiempos de cosas inusuales, actuar con timidez no es una opción. Enfrentarse a algo nuevo, a lo inusual, y que esto implique relacionarnos con otras personas de una manera diferente, por cuanto vamos a compartir un mensaje que por muchos es odiado, la Cruz, es necesario, primeramente, vencer con el poder del Espíritu, cualquier sobra de “timidez” que exista en nosotros. Así como Pablo le dice a Timoteo: “con las fuerzas que Dios te da”, así mismo nos dice el Señor hoy: VAS CON LAS FUERZAS QUE YO TE DOY, atiende tu llamado para testificar de las Buenas Nuevas de Salvación.
Dios no respalda personas, Él respalda Su palabra y ante eso, no hay nada que nos pueda vencer. No seamos tímidos ante la gente, sino más bien temidos por reino de las tinieblas, su líder ya fue vencido.
“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree…” (Romanos 1:16)
Tiempo de Hablar con Dios: Bendito Rey y Señor, en este día quiero entregarte todo lo que soy. Espíritu de Dios deposito en ti toda mi confianza, porque me has vestido con tu poder y si tú estás conmigo no hay nada que pueda hacerme dudar, ni siquiera mi engañoso corazón. Te entrego cada debilidad, porque en ella Tú eres fuerte. Aleja de mi toda tentación que quiera doblegarme ante la vergüenza de hablar y testificar de la cruz. Me rindo a Ti para que me uses como bien quieras hacerlo. Amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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