2 Timoteo 4:1-2a NBLA: “En la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, por Su manifestación y por Su reino te encargo solemnemente: Predica la palabra…”
Entre las últimas palabras de Pablo antes de su despedida y sabiendo que quizá ya no tendría nuevamente la oportunidad de hablar con Timoteo, desde lo profundo de su corazón le hace un encargo solemne, por eso le recuerda ante quién y por quién lo está haciendo: “en presencia de Dios y de Cristo.” Este compromiso, esta responsabilidad, es la misma que hoy tenemos cada uno de nosotros, de ser persistentes en el evangelio como lo más importante y trascendental de nuestra vida.
Se trata de un precioso tesoro en su corazón, por el que ha trabajado desde su encuentro con el Señor en el camino de Damasco, por eso lo quiere encomendar a Timoteo en presencia del mismo Autor de tan excelente regalo. Si quisiéramos parafrasear parte de este momento sería como decir: “Amigo Timoteo, aquí estamos con Dios y con Jesús, quien me dio este tesoro maravilloso para administrarlo, ahora que mi muerte esta pronta, quiero entregártelo, porque no es mi solicitud sino la de Dios mismo para ti porque la obra debe continuar, aunque yo me vaya.” Sin duda esta parte debió quebrantar el corazón de este siervo.
Y aún más, no sólo por ser el Autor del regalo, sino porque el compromiso de Timoteo no era delante de Pablo, era delante de Dios. Pablo prácticamente le está recordando que es DIOS quien lo ha llamado, el dueño de la obra y el Único Juez Justo, por El y para El, por Su reino es que Timoteo debe cumplir con este encargo, ¿cuál? Predicar la Palabra de Dios, porque está Inspirada por Él, por tanto, es incomparable con las ideologías y filosofías, es más que una mera religión, es la palabra de Aquel que va a juzgar a vivos y a muertos, porque va a llegar un día en el que Él nos va a llamar a una evaluación, vamos a tener que rendir cuentas de lo que hemos hecho con lo que Él nos da hado, Él será el Juez en ese momento.
Por tanto, hoy necesitamos recordar que todo lo que hacemos es “en presencia de Dios y del Señor Jesucristo” y sólo para El, porque es El quien nos ha llamado. No es un compromiso ante ninguna persona, ante ningún líder o pastor, es una encomienda dada a todos nosotros de parte de Dios mismo.
Pablo sabía que el mundo no necesitaba líderes poderosos y talentosos o una religión poderosa, el mundo necesitaba y necesita sólo una cosa: LA PALABRA DE DIOS, porque es la que habla de la verdad que el mundo necesita: CRISTO. El vivir en integridad, una vida apartada para Dios, es parte de mi relación personal con él, porque como voceros, mensajeros del Rey, necesitamos que esas Buenas Nuevas primero hayan purificado nuestra vida y que sean reales en nosotros mismos para poder hablar de ellas.
Lo que ministra a otros no es lo que yo hago por Dios, es lo que Él ha hecho por mí, por eso debo Predicar la Palabra de Dios. Una tarea, individual, no sólo para los pastores, los profetas, los apóstoles o evangelistas, es para cada uno de nosotros. ¿La forma? Dios se encarga de darnos las herramientas, la creatividad, la inspiración, lo importante es disponernos para cumplir con Su encargo, la palabra misma se encarga del resto, porque viene de Su boca, de Su Espíritu.
“La palabra de Dios es vive, eficaz y más cortante que toda espada de dos filos: penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” (Hebreros 4:12 RVR95)
Tiempo de Hablar con Dios: Amado Padre, hoy quiero pedirte perdón por todo el tiempo que he perdido sin entender que el compromiso de predicar Tu palabra es individual, es una encomienda que Tú me has dado. Perdóname porque me he dedicado a vivir un cristianismo donde sólo pienso en mí y mis necesidades, olvidándome de lo más importante, hablar con mi vida de lo que Tú has hecho por mí, de Tu palabra que me ha dado vida. Ayúdame a tener una vida coherente con la vida que me has dado en Ti. Hoy me dispongo y te pido que me des ideas, estrategias y avives mis talentos para hablar con todo mi ser de Tu palabra y cumplir con Tu encomienda. En el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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