Aceptando la Verdad y Superando la Oposición
Lucas 4:16-24 NVI: “Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor». Luego enrolló el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes». Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban. Jesús continuó: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”. Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra.”
 
El capítulo completo de Lucas 4 relata el momento en que Jesús fue llevado por el espíritu al desierto por 40 días y es tentado por el diablo. Al regresar victorioso a Nazaret, lee este pasaje del libro de Isaías que se refiere a su misión y propósito. Aunque inicialmente reciben sus palabras con admiración, la actitud de la gente cambia rápidamente y se enfadan con Jesús, incluso intentan arrojarlo desde una colina, sin embargo, Jesús logra escapar de ellos sin ser herido.
 
Analizando nuestra vida como cristianos llegue a la conclusión de que esto que sucedió hace muchos años, no está lejos de nuestro presente.  Cuando atravesamos por una tribulación en la que vemos su respuesta, y vemos la forma como obra, lo engrandecemos, le amamos y oramos con fervor. Pero luego, cuando ya nos da eso que soñamos y vamos tras un nuevo anhelo, el cual no está dentro de sus propósitos, o no es en ese tiempo que él quiere dárnoslo, nos dejamos llevar por prejuicios, voces del mundo, o simplemente nuestra fe disminuye, y es donde empezamos a cuestionarlo, incluso retarlo.
 
Es en ese punto donde debemos ejecutar estas acciones:
 
1. Reconocer y aceptar quien es DIOS, y lo que hizo por nosotros al dar a su Hijo JESUS como nuestro salvador.
2. Debemos superar todo prejuicio e incredulidad, incluso cuando las cosas no se dan como queremos, fortaleciendo nuestra propia voz interna por medio de su palabra y todas las promesas que nos regaló escritas en la biblia.
3. Lo más importante, perseverar a pesar de la oposición, así como Jesús enfrentó el rechazo y la oposición de aquellos que eran familiares y cercanos a Él. En nuestra propia vida, es posible que enfrentemos oposición por nuestra fe y nuestras convicciones, sin embargo, debemos perseverar en nuestra relación con Dios, manteniendo nuestra fe firme y buscando su guía y fortaleza en medio de las dificultades. Hay que recordar que Dios está presente y obra a pesar de la oposición, incluso a pesar de no escucharlo ni verlo. El vino para sanar y liberar, para ofrecer salvación y esperanza a todos.
 
Animémonos los unos a los otros a descubrir nuestro propósito y llamado, pero mostrando cuidado y compasión, buscando siempre la sanidad emocional y espiritual, y lo más importante compartiendo el mensaje de esperanza y empoderamiento en Jesús. Sé que al aplicar estos principios, podremos vivir una vida significativa, plena y transformadora, dejando un impacto positivo en nuestro entorno y en la vida de aquellos que nos rodean.
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KGD)
#MimetaEsSanar

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