“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3 RVR1960
El orgullo es una alta visión de nuestro propio valor, opiniones y habilidades, como una auto-adoración en la que nos creemos superiores a los demás y nos ponemos por encima inclusive de la Persona y los propósitos de Dios. El orgullo es un pecado contra los demás, por cuanto nos impide dar del amor que en Jesús hemos recibido y entorpece a nuestro llamado para amar y servir a otros.
“Dios se opone a los orgullosos pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6b NTV).
El orgullo dice en nuestro corazón y mente cosas tales como: “mi manera siempre es correcta; tú estás equivocado (a); quiero atención y reconocimiento. Tengo derecho a … Yo soy mejor que…”
El orgullo es un fruto de la carne, no proviene del fruto espiritual que nos han sido dado por el Espíritu Santo, opuesto al orgullo está el amor.
El amor sacrificial implica permitir que Dios nos transforme completamente. Nuestro amor debe ser sincero. La palabra griega para «sincero» significa «sin hipocresía» o literalmente «sin actuar» o «sin máscaras». A menudo, las relaciones en el mundo son bastante superficiales, todos ponemos fachadas o máscaras para protegernos, lo llamamos «imagen»; algo que estamos proyectando. Nos vestimos de la imagen del orgullo y si las personas a nuestro alrededor (familia, amigos, compañeros) hacen lo mismo, entonces son dos «fachadas» o «máscaras» encontrándose, el triste resultado es que las dos personas reales con un corazón que debe ser moldeado y entregado a Dios nunca se encontrarán. Esto es lo opuesto al «amor sincero». Amor sincero significa, quitarse la máscara y atreverse a revelar quién eres y cuánto ha hecho tu Padre eterno por ti.
Cuando sabes que Dios te ama tal como eres, eres libre para quitarte la máscara. Esto significa que hay una intensidad y autenticidad completamente nueva en tu relación con las otras personas. El apóstol Pablo nos hace una invitación: “sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo (Efesios4:32 NTV).
Esta es una gloriosa imagen del ser cristiano a la cual Dios nos llama, atrayéndonos a una atmósfera de amor, alegría, paciencia, fidelidad, generosidad, humildad y paz; donde el bien no es vencido por el mal, pero el mal es vencido por el bien. No es quien tenga la razón, no es quien es mejor o peor que el otro, es que somos conocidos porque el amor de Cristo está en nosotros, nada de lo que hablamos tiene sentido si no es coherente con lo que somos. Meditemos, examinémonos a nosotros mismos para dejar delante de Dios aquellas cosas que nos cuestan, todos nuestros argumentos que en ocasiones nos roban el privilegio de mostrar el amor a otros en medio de luchas de razones.
“El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos.” (Juan 13:35 NTV)
La bendición de Dios sea sobre nosotros y en su poder seamos llenos de fortaleza para renunciar al orgullo y todo fruto de nuestra naturaleza inclinada hacia el pecado, que nos impide crecer en amor y unidad con Él.
LG Casa de Refugio
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