“Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu Santo del Señor.” (2 Corintios 3:18 RVR95)
Terminamos nuesto tiempo devocional de la semana con grandes retos personales para llevar a cabo, hemos sido llamados a erradicar los tropiezos del camino y romper las cadenas autoimpuestas, de tal forma que nada nos estorbe para avanzar hacia el propósito de Dios, vimos que nuestro amor puede ser probado, que es por su gracia que somos lo que somos y que estamos llamados a adorarle.
Sin embargo, es necesario que meditemos en algunos aspectos frente a la adoración, puesto que, en el nuevo pacto todos somos sacerdotes, por tanto, tenemos el privilegio y la responsabilidad de acercanos a Dios y presentarnos como un sacrificio vivo (Romanos 12:1) y a su vez ofrecer sacrificios espirituales aceptables para Dios (2 Pedro 2:4-5).
¿Y qué significa esto en mi vida? Que todos somos sacerdotes de adoración y necesitamos aprender “por la acción del Espíritu Santo del Señor…” que:
“Por tanto, nosotros todos…” La adoración es para todos. Necesitamos anular de nuestra mente la creencia de que la adoración es un acto que esta ligado a lo musical; es decir, que es exclusividad de aquellos que tienen talento para la música. Cuando Dios te invita a adorarle, no te está invitando a cantar (exclusivamente), o a tocar un instrumento, te esta invitando simplemente a CONTEMPLAR SU ROSTRO.
“Con el rostro descubierto…” La adoración debe ser sin reservas. Necesitamos aprender a descubrir nuestro rostro contemplando a Dios, no hay nada que podamos ocultarle, y qué mejor que ofrecerle la sinceridad de nuestro corazón humilde.
“reflejando como en un espejo…” Necesitamos ver con tanta claridad como vemos frente a un espejo. La música y el canto son vehículos para ver a Dios pero no son la adoración, la prioridad de la adoración es VER A DIOS, ver o escuchar música no nos cambia pero si lo vemos seremos transformados.
“la gloria del Señor…” Porque cuando le adoramos, entramos a su presencia para contemplar su gloria, si podemos contemplarla seremos transformados a su imagen. Moisés quería ver la gloria de Dios, para eso el tuvo que cubrir su rostro con un velo, pero ahora nosotros, gracias a la cruz y sólo por gracia, podemos verle a cara descubierta.
“somos transformados…” Si no estás en un proceso de cambio en tu vida, no estás adorando. El sendero de la adoración es ir de gloria en gloria, por esto David estaba determinado a buscar su rostro porque al verle sería salvo, sería transformado y este es un principio bíblico, eres lo que adoras. Si adoramos seremos mejores personas, mejores siervos, mejores hijos, mejores parejas, mejores empleados, ¡mejores!
El cristiano que adora es luz, porque refleja la imagen de Cristo por el poder del Espíritu Santo en él.
Tiempo de Hablar con Dios: ¿existe algún velo que te impida estar con el rostro descubierto delante de Dios? ¿la prioridad de tu adoración es encontrarte con El para ver si rostro?Es tiempo de reconocer que por nuestras fuerzas y en nuestra sabiduría no encontramos las herramientas para cambiar, sólo cuando caminamos de gloria en gloria, adorándole.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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