Durante este mes estamos motivados por las Sociedades Bíblicas a pensar en la salud, por eso cuando leo las palabras de David en este capítulo de Salmos, las relaciono con la sanidad, tanto física, como emocional y espiritual.
Este es un tema que no distingue edades, ni cargos, ni estatus, es un tema que nos afecta a todos. Las dolencias del cuerpo y otras del alma como la ansiedad, el miedo, el sentirnos impotentes, pueden quitarme el gozo; hacerme dudar de mi fe en Dios y hasta golpear mi salud. Pero con este pasaje me doy cuenta de que, no sólo Dios me ama, sino que tiene misericordia de mí y me escucha, se lleva el duelo y las dolencias de mi corazón para convertirlas en alegría.
Recibir su palabra es suficiente para levantar mi fe y creer, para saber que en su palabra hay promesas que son para mí, que escuchar su voz en ellas trae sanidad a mi alma, a mi mente y a mi cuerpo, porque él quiere vestirme de alegría. Mi decisión es creerle a la ansiedad, a la enfermedad, al miedo y la impotencia, o ser sabio y elegir creerle a Dios, a su voz, a sus promesas y saber que sobre todas esas adversidades ¡soy más que vencedor en Cristo Jesús! Así que durante la próxima confrontación que quiera venir a mi vida, ya sé a quién creerle, y ¿tú ya decidiste a quién creerle?
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM
Leave a Reply