Alabemos Su Misericordia
Jonás 3:4-10 LBLA: “Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada. Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por decreto del rey y de sus grandes, diciendo: Ni hombre ni bestia, ni buey ni oveja prueben cosa alguna; no pasten ni beban agua, sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios con fuerza, y vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos. ¡Quién sabe! Quizá Dios se vuelva, se arrepienta y aparte el ardor de su ira, y no perezcamos. Y vio Dios sus acciones, que se habían apartado de su mal camino; entonces se arrepintió Dios del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.”

Dios le dio a Jonás la orden de ir Nínive y predicar a los ninivitas, pero Jonás decidió huir a Jope, porque para Jonás, esto no era una simple orden. Requería que fuera a una ciudad asiria y hablara sobre el amor de Dios. Los asirios eran los sanguinarios enemigos de Israel y Jonás no quería dar a los ninivitas la oportunidad de arrepentirse, prefería ver la ciudad y a sus habitantes destruidos. 

Jonás comprendía el alcance de la orden de Dios por eso huyó, intentando imponer su propio juicio sobre este pueblo. Cuando tomó la decisión de huir a Tarsis, estaba en realidad, huyendo de Dios, olvidando que no hay ningún lugar en la tierra en el que la voluntad de Dios, Su amor y Su misericordia no nos puedan alcanzar. Lamentaciones 3:21-23 nos dice “Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Dios usó un gran pez para tratar por 3 días el corazón de Jonás, de tal forma que su servicio tuviera fruto en un pueblo que no era digno, un fruto que se tradujo en una gran expresión de alabanza y adoración. 

El pueblo de Nínive se rindió al Señor. En los versículos 5 al 9 de este pasaje, vemos su actitud de arrepentimiento, proclamando ayuno, vestidos de cilicio, en reverencia a quien ahora era su único Dios y Salvador. En Salmos 51 el salmista clama porque sus labios alaben al Señor, siendo consciente de que el Señor lo que realmente mira es el corazón “Abre mis labios, oh Señor, para que mi boca anuncie tu alabanza. Porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; no te agrada el holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.” (Salmo 51:15-17 LBLA)

La alabanza es una demostración integral, completa y genuina de nuestra admiración, amor y pasión hacia Dios. Alabar es una expresión de gratitud, de admiración por todo lo que Dios ha hecho, hace y hará, por tanto requiere de fe. El pueblo de Nínive no sólo alabó por la misericordia de Dios, sino que también adoró con un corazón humillado y arrepentido, como consecuencia el Señor no llevó a cabo la destrucción que venía sobre ellos por el pecado sino que mostró su gracia perdonándolos. La consciencia de pecado es necesaria para la adoración, la obra redentora de Cristo comienza con el Espíritu Santo redarguyéndonos de pecado, de justicia y juicio. 

Nuestra meta como hijos de Dios, partícipes de la obra redentora de Cristo, es alabarle y adorarle en todo tiempo, con un corazón contrito y humillado, porque para siempre es su misericordia.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)

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