Juan 8:4-11 RVR95: “Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio, y en la Ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Esto decían probándolo, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieron en preguntarle, se enderezó y les dijo: –El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, fueron saliendo uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los más jóvenes; solo quedaron Jesús y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: -Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: -Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: –Ni yo te condeno; vete y no peques más”.
El peregrinaje del creyente sobre la tierra está lleno de grandes retos y travesías. Ver la vida en Cristo como un camino aburrido en el que se le dice no a todas las cosas “divertidas” de este mundo, es sólo una desviación de lo que realmente es revolucionario sobre la tierra. Jesús, Dios hecho hombre, vino ciertamente a cambiar todos los esquemas, a revolucionar la perspectiva de lo social, de lo que es verdaderamente amar, porque vivir cada día en amor, es nuestro mayor reto.
Y ¿por qué hablamos del amar como un reto? ¡Porque no es fácil! Inclusive puede ser en ocasiones, algo peligroso, porque va en contra de lo que todos consideran correcto.
Dejando de lado la iniciativa de probar a Jesús, estamos ante un grupo de personas que pretenden hacer lo correcto, es decir, aplicar la Ley a alguien que ha sido sorprendido “en el acto mismo del adulterio”, por tanto, según sus estatutos, debía morir (Levítico 20:10). ¿Sera que hoy en día podemos ver circunstancias similares? ¡claro que sí! Cuando nuestros hermanos en la fe fallan, tenemos las piedras listas para juzgar desde nuestra santidad su error porque amamos desde el monte Sinaí, truenos y relámpagos salen de nuestra boca aplicando la Ley de Dios, no matamos literalmente pero sí emocional y espiritualmente a muchas personas porque actuamos como fuego consumidor. Existe un dicho entre cristianos que dice que somos el único ejército que dispara contra sus propios soldados heridos, Dante Gebel escribió alguna vez, “el peor enemigo de un cristiano, es otro cristiano. Lo bueno de esto, es que con algunos “cristianos”, ¿quién necesita a Satanás?”.
Creo que esa es una etapa por la que pasamos TODOS. Nos ocupamos tanto de nuestra relación vertical que visitamos constantemente Sinaí, claro es un lugar desde el que Dios habla, entonces nos llenamos de teología, de predicas y alabanzas, pero olvidamos que la Ley es sombra de lo que no podemos ser y que Cristo cumplió por nosotros. Por tanto, necesitamos pasar de Sinaí a Sion, porque luego de alimentar nuestra relación vertical vamos a aplicar Su Gracia en nuestras relaciones verticalmente, amamos de Sion, la ciudad del Dios vivo (Hebreos 12:22), donde Cristo es la Piedra Angular (Pedro 2:6), donde somos transformados por Su gracia para vivir allí, por tanto, de lo que recibimos damos, por eso amamos desde Sion y no somos detractores de nadie.
¿Qué escribía Jesús en la tierra mientras estaba inclinado? Lo que la Ley condenaba ahora el amor de Cristo lo cubre, la Ley que fue escrita sobre piedras en el monte Sinaí ahora es escrita en tierra por el dedo de Aquel que la cumplió por nosotros, su mensaje es: GRACIA.
Porque en la Gracia no hay condenación, los detractores se fueron uno por uno, y la mujer quedó en compañía del único que cumplió toda la Ley y ahora tiene la autoridad de rescatarla. No podemos seguir juzgando desde Sinaí. El perdón no depende de lo que hacemos, sino de lo que Él hizo: fue capaz de amarnos cuando estábamos muertos en delitos y pecados para hoy disfrutar de la vida eterna junto a Él, por eso dice: “Ni yo te condeno; vete y no peques más”.
“Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados.” (1 Pedro 2:24 NBLA)
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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