Amistad que Trasciende
Lucas 15:4-6 RVR1960: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.”

Esta es una historia terrenal con un mensaje celestial que ilustra mucho acerca del corazón del Padre. En todo el capítulo 15 del libro de Lucas tenemos un tema central relatado en tres parábolas “Hay fiesta en los Cielos por un pecador arrepentido”.

El amor eterno de nuestro Señor Jesús el Buen Pastor, es tan perfecto que teniendo 100 ovejas, deja las 99 para ir a buscar aquella que está perdida, cuando la encuentra, la lleva en sus hombros con gran gozo; así es el corazón del Padre, busca a sus hijos donde se encuentren y los lleva cargados para volverlos al redil de donde nunca debieron salir, para ser cuidadas por el buen pastor. En este gran amor diligente podemos ver cuan valiosas son las almas para el Señor, a él LE DUELEN SUS OVEJAS y no quiere que ninguna se pierda sino que todas estén en su regazo para entrar en amistad con el Padre.

Cada uno de nosotros en el cuerpo de Cristo, en la iglesia, necesitamos entender que debemos actuar como una extensión del amor del Buen Pastor para aquellos que se han alejado de su redil y para todos aquellos de desconocen su amor redentor, porque cada alma tiene un valor incomprensible para nosotros, por cada se pagó precio de sangre, la sangre del Hijo de Dios.

El año pasado como familia, decidimos ser ese amor que actúa, que sale a buscar al perdido para que vuelva en amistad con Cristo. Junto con mi hijo Samuel y mi esposo, salimos con el propósito de repartir almuerzos a personas que están en la calle, con hambre y con sed, nos fuimos un domingo por la tarde después de las 12:00 pm a repartir los almuerzos, se les daba una porción de la Palabra y se les compartía del Señor.

Así pude ser testigo de la alegría de muchos al recibir comida física pero también la comida espiritual. La invitación del Señor para todos hoy es salir de las cuatro paredes y llevar del pan del Cielo que esperan tantas ovejas perdidas y descarriadas; necesitadas de una Palabra que alimente su espíritu y un pan para saciar el hambre. Aquel día muchos recibieron al Señor con lágrimas en sus ojos, le aceptaron como Señor de sus vidas, el gozo que sentí es algo indescriptible.
 
Si valoramos el amor y la amistad que en Cristo tenemos, seremos fieles en compartirlo a otros. Atendamos la invitación del Señor y gocémonos con él, porque hay fiesta en los Cielos por un pecador arrepentido, por esa oveja que estaba descarriada y vuelve al redil para entrar en amistad con el Padre.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (LN)

Leave a Reply

Your email address will not be published.