Miqueas 6:8 RVR 1960: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
El Señor siempre se le ha revelado a la humanidad desde el principio de los tiempos, como lo hizo con Adán y Eva hablándoles cara a cara. La Biblia nos enseña que los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia las obras de sus manos (Salmos 19:1), es decir, la misma creación declara la existencia y gloria de Dios.
De igual manera el Señor nos dejó su palabra, ese manual de vida que es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Salmos 119:105), de tal forma que siguiéndola hallaremos sabiduría de lo alto, conoceremos parte del carácter de Dios, su plan de salvación, y las pautas para caminar conforme a su voluntad. Luego, esto demuestra que el Señor nos declaró lo que es bueno a través de su palabra, y por ende lo que quiere de nosotros, que más que sacrificios, anhela que seamos obedientes, y en este pasaje hay tres principios que nos insta a seguir:
El Señor espera que seamos justos, pero no obrando con la justicia conforme a este mundo, sino su perfecta justicia. En Romanos 12:2, El Señor nos dice que no seamos conformistas, amoldándonos a lo que dicta el mundo, a sus tradiciones, doctrinas, creencias, sino que aspiremos a mucho más, como renovar nuestro entendimiento comprobando la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios, y como dice la palabra en Santiago 1:25, que no seamos oidores olvidadizos sino perseveremos en la perfecta ley, en la que da libertad, para de esta manera seamos bienaventurados en todo lo que hagamos. Si andamos conforme a la justicia de Dios, no solamente le agradaremos, lo cual de por sí ya es gratificante, sino que además ¡seremos beneficiados!
El Señor espera que seamos misericordiosos, y es que, por su gracia, somos quienes somos, es cierto que nos esforzamos y alcanzamos cosas, y al Señor le gusta que seamos diligentes, pero finalmente, por gracia nos da las victorias, es un principio que El Señor nos enseñó a través del apóstol Pablo en 1ra de Corintios 15:10, donde reconoce sus esfuerzos, pero aclara que, por la gracia de Dios, es quien es.
También por gracia nos da recursos, dones, talentos. El Señor nos dice que demos de gracia lo que de gracia recibimos en Mateo 10:8, y que no nos neguemos a hacer el bien a quien es debido, cuando tengamos el poder de hacerlo (Proverbios 3:27), además cuando damos a otros con amor, de lo que Dios nos ha dado, entonces estamos actuando con misericordia.
El Señor espera que seamos humildes. Salmos 138:6 nos enseña que Dios atiende al humilde, más al altivo mira de lejos.
El Padre nos enseña estos tres principios a través de Jesús, porque nadie fue más justo que él, hizo la perfecta voluntad del Padre, y él mismo es el instrumento de justificación por medio del cual somos salvos. De igual manera nos mostró amor y misericordia al sufrir, morir y resucitar para que tengamos salvación a través de la fe. Finalmente, nos enseñó humildad, porque siendo El Rey de reyes y Señor de señores, Jesús aclaró que no vino para que le sirvieran, sino para servir y dar la vida por muchos.
Esta es la voluntad de Dios, que andemos en justicia, misericordia y humildad. No estamos solos, porque Él nos respalda para que hagamos su voluntad, así que animémonos unos a otros a ser testimonios vivientes de la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios, esto se hará más sencillo en la medida que lo conozcamos a través de una relación genuina con Jesús.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio – JENM
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