“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” Hebreos 2:1-3 RVR1960
“Atender a las cosas que hemos oído”, al leer esta frase me es imposible no remontarme a la época estudiantil, más exactamente al año de 1992; nunca fui el mejor en matemáticas y me apena decirlo; cada día daba gracias a Dios porque el algebra de Baldor incluía el desarrollo de sus ejercicios y cada una de sus respuestas al final del texto, lo que le daba ese grado de “perfección” a mis operaciones matemáticas diarias. Sin embargo, mi hermano siempre fue un matemático excepcional y conocedor de mi dependencia a las ultimas hojas de aquel extraño libro con el apellido de un matemático cubano, por lo que me repetía hasta el agobio: “Su problema hermano, es que no sabe escuchar al profe cuando explica y por eso al final se raja”.
Debo confesar que solo con los años pude aceptar que mi hermano tenía razón, en aquella época juvenil me costaba mucho escuchar, solía dispersarme fácilmente y cuando pretendía retomar el hilo de las enseñanzas, veía cómo se desvanecía el conocimiento cual arena entre mis dedos, arrastrada luego por el mar del olvido.
Esa carencia de concentración ha sido tratada ampliamente por mi Padre Celestial, quien me ha entrenado en el ejercicio de atender realmente al conocimiento que me imparte y en el hábito de poner en práctica de inmediato su consejo e instrucciones; por tanto, he aprendido que retener lo recibido y aplicarlo verdaderamente, ahora se que el consejo divino es la oportunidad de disfrutar de la plenitud de la vida y que por necedad de la razón, al desechar esa oportunidad; la caída no se hará esperar: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” Hebreos 2:1RVR1960.
Hebreos 2:2-3 RVR1960 revela: “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?”, entendiendo por descuidar: “No poner interés, atención y ni los debidos cuidados a una cosa o persona”, hermanos debemos saber que por desconcentración, aquello que una vez fue la puerta hacia la bendición, puede convertirse en el motivo de la disciplina del Padre y de un nuevo entrenamiento. Descuidar nuestra propia salvación implica no disfrutar de lo pagado por el Señor Jesús en la cruz; esa ganancia infinita que solo debemos con atención recibir y gozar. Es tiempo de someter nuestra carne al llamado de Dios, a fin de seguirlo con toda nuestras fuerzas y diligencia, ¿quién teniendo el billete ganador de la lotería en el bolsillo, no lo cobra?, pues infinitamente mayor es nuestro beneficio en la salvación que tenemos en Cristo, así que no descuidemos el disfrute de su plan y propósito en nuestra vida.
Señor, te damos gracias por permitirnos renunciar al abandono, la dejación y la distracción que nos alejan de tus designios, llévate lejos absolutamente todo aquello que nos mantiene al margen de tu promesa; danos un oído agudo a tu llamado, permítenos dimensionar la grandeza de tu salvación para que sin dudarlo dos veces emprendamos el proceso de recibir tu instrucción y disfrutar así de tu provisión inagotable; te lo pedimos y suplicamos Señor Amén y amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (FJCG)
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