Lucas 1: 11-20 RVR95: “Entonces se le apareció un ángel del Señor puesto de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se turbó y lo sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: –Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabeth dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre… Zacarías preguntó al ángel: ¿En qué conoceré esto?, porque soy viejo y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado a hablarte y darte estas buenas nuevas. Ahora, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo, quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda.”
Una de las características más hermosas de la palabra de Dios, es que nos relata la vida y la historia de sus personajes con todos sus aciertos y sin ocultar sus errores. No nos muestra siervos de Dios perfectos cuyos ejemplos están lejos de nuestra realidad, sino personas de carne y hueso que sufrieron la prueba, cayeron, se equivocaron y desnudaron todos sus defectos cuando el tiempo se les carcomió la fe.
Ayer vimos a un siervo de Dios en la gloria, irreprensible, amador y guardador de la palabra de Dios, pasando por un momento clave para su fe, un momento de gratitud a pesar de la ausencia de su más grande bendición y es aquí donde quiero detenerme. Hay un dicho que dice, “le faltó el centavo para el peso”. A veces sentimos que somos de esos cristianos que nos falta el centavo para el peso, estamos en bendición pero pareciera que fuera una bendición incompleta, no estamos en plenitud.
Zacarías era sin duda un sacerdote ejemplar, un siervo fiel que esperó con paciencia su momento para ministrar en el altar del templo, sin embargo, en su vida le faltaba algo muy importante, algo con lo que sentiría que su bendición estaba completa, un hijo. Solamente una “fe herida” no tiene la capacidad de pelear contra la duda que la asalta al recibir la respuesta del anhelo que ya se creía perdido, ni siquiera cuando esta viene directamente de un ángel del Señor.
En primer lugar, debemos recordar que ninguna oración esta perdida en la presencia de Dios. Todas y cada una de nuestras oraciones, inclusive las que ya olvidamos, están guardadas en el corazón del Rey, Él tiene presentes nuestros anhelos, por eso hoy nos dice: “no temas, porque tu oración ha sido oída”. Permitir que ese sueño no cumplido sangre en nuestro corazón solamente hará que dudemos al momento de recibir la respuesta, y así como Zacarías, la duda ante la palabra de Dios tiene una consecuencia porque sin fe es imposible agradarle (Hebreos 11:6). Así que, entreguemos el sin sabor de ser cristianos que viven una bendición incompleta y dejemos esa insatisfacción en la Cruz para que Cristo sea glorificado y el Espíritu Santo ayude nuestra fe para perseverar pues nuestra respuesta está a la puerta.
Segundo, podemos ser creyentes llenos de fe, que peleamos nuestras batallas de la mano de Jehová de los ejércitos, no hay demonio que quede con cabeza ante nuestra oración, PERO cuando llegamos a esa oración sin responder, no tenemos fuerzas porque la fe para eso se ha agotado, por tanto somos derrotados como lo fue Zacarías, el perdió la fe porque humanamente era imposible tener descendencia.
Necesitamos revisar nuestro corazón, si hay alguna herida por una oración no respondida, acudamos al Consolador para que la sane, soltemos con paz pero creyendo que hasta lo que es humanamente imposible es posible para el Dador de Vida. No demos pie para que el enemigo tome nuestra insatisfacción y la use en nuestra contra cuando venga la respuesta de Dios, necesitamos creer que no somos cristianos con una bendición incompleta, no estamos completos al tener todos nuestros anhelos, estamos COMPLETOS PORQUE TENEMOS A CRISTO, necesitamos guardar y avivar nuestra fe para el momento de Su respuesta, de tal forma que podamos gritar de alegría y no quedar mudos porque la duda nos ganó la batalla.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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