Proverbios 14:29 RVR1960: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.”
A diario nos enfrentamos a situaciones que pueden ser estresantes, que nos afanan, pero que demandan una sabia respuesta, puesto que una reacción impulsiva muchas veces genera más problemas que soluciones y en algunas ocasiones resultados lamentables.
En Proverbios 15:1 la Biblia nos enseña que “la blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor”; es decir, se nos da la estrategia ante situaciones donde existen diferencias, donde alimentar la ira puede desencadenar lo peor y es allí donde tenemos la opción de ser bendición usando sabiamente nuestras palabras, porque estamos llamados a ser sensatos, pacificadores, conciliadores, y de esta forma no echar fósforos encendidos a un tanque de gasolina.
En Proverbios 16:32 la Biblia nos enseña que “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad”.
Para tomar una ciudad se requiere de una gran planeación, de estrategias, de un ejército, personal capacitado, valentía, fortaleza, perseverancia, en fin, muchas cualidades y destrezas para conseguir ese objetivo, y a eso agreguemos el reconocimiento que en ese momento recibían los líderes militares y los reyes que conquistaban las ciudades. Sin embargo, El Señor reconoce que es mejor el que tarda en airarse, que el fuerte, que es mejor el que tiene dominio propio que el que conquista una ciudad. De nada sirve que tengamos todas las cualidades necesarias para tomar una ciudad, si no tenemos el dominio propio para gobernar nuestras emociones y reacciones. Por reacciones necias ante situaciones cotidianas mucha gente ha perdido todo lo que con esfuerzo ha construido.
En Santiago 1:19-20 la Biblia nos enseña “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.”
El Señor nos dio dos oídos y una boca para hablar, luego así debería ser nuestra proporción entre escuchar y hablar, ser prontos para escuchar, para meditar lo que estamos escuchando, entenderlo, filtrarlo con la palabra de Dios, consultar con El Señor cómo debemos responder y luego sí manifestarnos. En todo momento nosotros podemos orar, no es necesario que tengamos que tener cierta postura, o que tenga que ser en cierto lugar específico, la Biblia nos dice que oremos sin cesar, es decir, que en todo tiempo lo hagamos y definitivamente ante momentos de tensión sí que es necesario, de esta manera nuestras respuestas serán las más apropiadas, sin dejarnos llevar por la ira, porque ésta es imprudente, necia, y definitivamente bajo el furor de la ira no obra la justicia de Dios.
El Señor nos ha dado las pautas para responder de manera sabia aún ante situaciones de mucha tensión para que podamos comer de los buenos frutos de la prudencia y no ser víctimas de la necedad.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (JENM)
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