Buenos Siervos
Éxodo 36: 1-7 NVI: “Así, pues, Bezalel y Aholiab llevarán a cabo los trabajos para el servicio del santuario, tal y como el Señor lo ha ordenado, junto con todos los que tengan ese mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor haya dado pericia y habilidad para realizar toda la obra del servicio del santuario». Moisés llamó a Bezalel y a Aholiab, y a todos los que tenían el mismo espíritu artístico, y a quienes el Señor había dado pericia y habilidad y se sentían movidos a venir y hacer el trabajo, y les entregó todas las ofrendas que los israelitas habían llevado para realizar la obra del servicio del santuario. Pero, como día tras día el pueblo seguía llevando ofrendas voluntarias, todos los artesanos y expertos que estaban ocupados en la obra del santuario suspendieron su trabajo para ir a decirle a Moisés: «La gente está trayendo más de lo que se necesita para llevar a cabo la obra que el Señor mandó hacer». Entonces Moisés ordenó que corriera la voz por todo el campamento: «¡Que nadie, ni hombre ni mujer, haga más labores ni traiga más ofrendas para el santuario!» De ese modo los israelitas dejaron de llevar más ofrendas, 7 pues lo que ya habían hecho era más que suficiente para llevar a cabo toda la obra”.
 
Aunque poco se hable de este pasaje, como toda la palabra de Dios, estos versículos encierran hermosos tesoros de enseñanza. En él se enfatiza en la decisión de Moisés de ordenar al pueblo no traer más ofrendas para la construcción del Tabernáculo porque ya eran suficientes, que aunque al analizarlo bien, esta no es una escena muy usual, muestra en ella mucho del carácter del pueblo de Israel en ese momento de la historia.
 
En la reflexión de hoy, quiero que fijemos nuestra atención en varios puntos importantes que nos hablan acerca del carácter de siervos que Dios trabaja en cada uno de nosotros.
 
1.      Excelente actitud frente al servicio. Bezalel, Aholiab y los demás obreros fueron escogidos por la diversidad de habilidades que tenían y que eran necesarias para la construcción de la obra. A pesar que fueron elegidos, no hubo en ellos rastros de “lo haré porque me toca”, todo lo contrario, ellos tenían una verdadera disposición, de hecho, la motivación de su corazón fue fundamental para ser llamados. Esto me recuerda la exclamación de disposición “heme aquí” de Isaías 6:8; y la de “el querer como el hacer” de Filipenses 2:13, en las que los siervos de Dios claman por ser útiles para la obra.
 
2.      Generosidad del pueblo, que se traduce en un agradecimiento y adoración extravagante. No se halla en la Biblia registro de alguna expresión de generosidad similar, al menos yo no la he leído, Y resulta sorprendente si consideramos que aquellas personas estaban recién liberadas de la esclavitud y que nunca habían disfrutado de riqueza alguna. Esto nos habla de la verdadera ofrenda como un acto de reconocimiento ante Dios de que todo lo que tenemos le pertenece a él, como la viuda de Sarepta en 1 de Reyes 17, que lo dio todo sin reparo, y Dios se glorificó en gran manera en su vida.
 
3.      La integridad de los obreros. Estos hombres pudieron tomar las excesivas ofrendas y usarlas para su beneficio, pero tal era la pureza de su corazón, que hablaron directamente con Moisés cuando se dieron cuenta que tenían suficientes tesoros que se usarían exclusivamente para la construcción del santuario y que no eran necesarias más ofrendas.
 
4.      Diversidad de dones y talentos empleados para edificar la obra, así como le fueron dados a Bezalel, según Éxodo 31. Cada uno de sus dones dados por Dios, fueron puestos a disposición de la construcción del tabernáculo.
 
No sé qué piensen ustedes, mis amados hermanos, pero yo en este pasaje veo las características fundamentales de un buen siervo, aquel que se complace en el servicio a su Señor desde el lugar que le toque, haciendo la actividad que le haya sido designada con amor y gozo.
 
Finalmente, es de resaltar que en ningún momento de la historia hubo un llamado obligatorio, todo lo contrario, se resalta la obediencia y deseo del pueblo de servir, de hecho, cuando conocemos a nuestro Señor, entendemos que nada se hace por obligación; Él da la instrucción y depende de nosotros en pleno uso del libre albedrío, la decisión de obedecer o no. Por eso el llamado a la obediencia es tan reiterativo. El deseo de Dios es bendecirnos, pero esas bendiciones son de una u otra manera condicionadas, dado que puertas de bendición extravagantes son abiertas para el hijo que obedece.
 
Devocionales Refúgiate en su palabra, Casa de Refugio (DS)

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