Juan 6:25-27 NVI: “Cuando lo encontraron al otro lado del lago, le preguntaron: —Rabí, ¿cuándo llegaste acá? —Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan no porque han visto señales, sino porque comieron pan hasta llenarse. Trabajen, pero no por la comida que es perecedera, sino por la que permanece para vida eterna, la cual les dará el Hijo del hombre. Sobre este ha puesto Dios el Padre su sello de aprobación.”
En el momento de este pasaje muchos ya habían sido testigos de múltiples milagros de Jesús, como la sanidad a los enfermos o personas liberadas de demonios. Había uno en particular que al pueblo le había impactado y por el cual Jesús justifica la presencia masiva de la gente, y era el alimentar a más de cinco mil personas a través de la multiplicación de los panes y los peces. La gente buscaba que Jesús los siguiera alimentando y supliendo sus necesidades físicas. Sin embargo, Él les quería hacer entender que más que un hacedor de milagros, Él buscaba un propósito mayor, quería brindarles una salvación que ningún tesoro terrenal podía comprar, buscaba saciar los vacíos que ninguna comida o recurso material podía saciar para hacerles entender que solamente a través de Él podían tener la salvación de su alma, esa llenura que más nada ni nadie les podía dar y sólo con el Pan de Vida estaban garantizadas.
El Señor sabe que tenemos necesidad de muchas cosas como la comida, las obligaciones económicas, estudios, trabajo, la salud y la lista se extiende. Por supuesto, Jesús quiere que depositemos nuestra confianza en Él para cada situación de nuestra vida, pero esa no debe ser la prioridad. Nuestra prioridad debe ser El Señor, buscarle por quien es Él y no por lo que nos pueda dar.
Jesús nos enseñó que busquemos al Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás será añadido.
Romanos 14:17 nos enseña que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, ¡imagínense! justicia, paz y gozo, al darle prioridad a la búsqueda del Reino de Dios, tendremos acceso a la justicia de Dios, que es inigualable, a su paz que sobrepasa todo entendimiento y su gozo que es nuestra fortaleza. De igual manera este pasaje menciona que busquemos su justicia, es decir vivir la vida conforme a la voluntad de Dios, a sus preceptos y también a ser justificados, es decir, declarados justos y esto solamente lo tenemos a través de Jesucristo, de la fe en su muerte y resurrección, la anhelada y necesaria salvación de nuestra alma.
Cuando busquemos a Jesús, no lleguemos con el listado de peticiones, o con la tarjeta como si fuera un cajero automático, Él ya conoce nuestras necesidades, por eso no nos centremos en ellas y vayamos con un corazón sincero, conscientes de que primeramente lo necesitamos a Él, su presencia en nuestra vida, su llenura que va más allá de suplir una necesidad física temporal.
Quizás más que algo físico hoy, necesitas cerrar algún ciclo, sanar una herida, quitar alguna raíz de amargura, o recibir consolación y restauración, y solamente a través de Jesús, El Hijo de Dios, podemos tener esa libertad.
Busquemos a Jesús por quien es, primeramente, porque se lo merece, porque su amor por nosotros es inigualable, así como la relación y el vínculo que se establece entre Él y nosotros. Él es el Agua de Vida Eterna que nos sacia, al beber de ella no nos dará sed jamás.
Permanezcamos en Él a través de una relación genuina, descansemos en Él, y entenderemos que su sola presencia es suficiente para saciarnos, el seguir su camino nos guiará a la verdad, y las otras cosas, las perecederas, Él las suplirá, pero que no perdamos el norte y nuestra prioridad que debe apuntar hacia Jesús.
Devocionales Refúgiate en Su palabra – Casa de Refugio (JENM)
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