Salmos 50:22-23 NTV: “Arrepiéntanse todos los que se olvidan de mí, o los despedazaré y nadie los ayudará. Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra; si permanecen en mi camino, les daré a conocer la salvación de Dios.”
El llamado que hemos recibido en estos últimos tiempos ha sido a recordar que por encima de todo lo que hay y existe, Dios ha estado presente por los siglos de los siglos, es el dueño de la vida, de la tierra y todo lo que en ella hay, por tanto, necesitamos hacer un alto en nuestro camino para girar hacia Él con detenimiento y reverencia, de tal forma que podamos considerar si realmente estamos andando por el camino que Él ha trazado para nosotros.
Este salmo de Asaf nos enseña varios aspectos importantes. El primero nos hace pensar, ¿quiénes se han olvidado de Dios? Es posible que nuestra respuesta a esta pregunta sea: los que algún día le conocieron o escucharon de Él pero decidieron apartarse, aquellos cuyo corazón fue como una tierra llena de espinos que ahogó la palabra recibida, por tanto se olvidaron del Señor. Sin embargo, es probable que la lista sea mucho más extensa y nosotros estemos incluidos en ella, veamos a quién está dirigido el salmo: “Tráiganme a mi pueblo fiel, a los que hicieron un pacto conmigo, al ofrecer sacrificios. (v.5)”; “Oh pueblo mío, escucha cuando te hablo…” (v.7).
En ocasiones ciertas cosas o personas son tan habituales que la costumbre nos hace olvidar el valor y sentido de tenerlos con nosotros. Es como cuando estás en casa, amas la comida de mamá, tu ropa limpia, la casa ordenada, si necesitas algo simplemente preguntas y ella te dará alguna respuesta, si requieres ayuda siempre vas a recibirla, pero “te olvidas” de disfrutar de ella y honrarla, agradeciéndole por todas estas cosas. Así mismo nos sucede con Dios. Nos acostumbramos a escuchar la palabra, a asistir a la iglesia, cantar alabanzas, no le hacemos mal a nadie, damos nuestras ofrendas y diezmos, y Él permanece con nosotros, nos guarda, nos ayuda, porque así es Su naturaleza, amorosa, fiel, misericordiosa y compasiva. Pero seguimos por el camino de nuestros sueños, nuestras metas profesionales y amorosas, nuestro camino y “nos olvidamos” que AL OTRO LADO está el camino trazado para nosotros, aquel donde no vamos solos, sino que Dios nos lleva de la mano por eso necesitamos PERMANECER en él.
Ahora que sabemos que somos nosotros los que nos hemos olvidado del Señor, necesitamos algo para retornar a su camino: arrepentimiento. En su significado más estricto, el que se arrepiente es aquel que DEJA SU CAMINO para tomar otro diferente sin mirar atrás.
Necesitamos salir de la monotonía cristiana, dejar atrás todas las costumbres que nos han vestido de religiosidad y cambiar nuestra trayectoria para dar honra al que ha trazado el camino, Jesús. Fue él quien diseño cada senda que debo recorrer para caminar, Él se adelantó para abrir paso de tal forma que hoy podamos pasar junto a Él. Dios no necesita esas formas que nos han acompañado por años, el ya sabe que somos fieles y buenos, que hemos sido constantes con “nuestros sacrificios”: “No tengo quejas de tus sacrificios ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente…” (v.8).
Él demanda de nosotros HONRA. Tener verdaderamente la conciencia y la convicción de que vivimos porque El vive y ni uno solo de nuestros días sería posible sin Él a nuestro lado. Aquel que le honra le AGRADECE porque le contempla sólo a Él y le DA SU LUGAR, se ocupa de Él, permanece en SU CAMINO hablando con él, así como cuando caminas con un amigo y la charla se hace tan agradable, ¡cuan mayor sería la compañía de Jesús! ¿te imaginas todo lo que tiene para decirnos?
No hay nada de qué preocuparse si el camino ya esta diseñado por el Mejor Ingeniero, sólo Él nos puede garantizar que nada nos pasará si estamos a Su lado. Cuando cambiamos nuestro camino por Su camino, es por medio de Su compañía, de pasar tiempo con Él que nos da a conocer Su salvación, nos lleva a la Cruz para entender que allí esta nuestro inicio y nuestro fin, la profundidad de su obra y la eternidad de su redención.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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