Cambiando el lamento por Gozo

Joel 2:18-27 RVR1960: “Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones. Y haré alejar de vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas. Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová hará grandes cosas. Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.”

El pueblo de Israel fue muy sufrido. Fue perseguido, conquistado, disperso por varias naciones, por poco destruido, fueron muchos sus días de lamento. Sin embargo, cuando este pueblo volvía su corazón al Señor y sinceramente se arrepentía, El Señor los perdonaba y cambiaba todo ese panorama de conquista, de dolor, de sufrimiento, producto de su decisión de apartarse de Dios para buscar a dioses falsos, por un horizonte donde los enemigos eran apartados, caían mil a un lado y diez mil al otro, y el mal no los tocaba, aún hallaban pozos en el desierto y ríos en la soledad, las cosechas eran productivas, y las lluvias necesarias caían para que hubiera mucho fruto, eran totalmente restituidos.

De igual manera sucede hoy en día, tenemos al Dios verdadero que quiere que nos volvamos a Él de todo corazón a través de una relación sincera con Jesús, donde le recibimos, somos templo de su Espíritu Santo que da libertad, dones, capacidades, y nos salva del mayor problema de la humanidad: el pecado y la muerte, enseñándonos a llevar la carga ligera, porque la pesada ya fue cargada por Jesús en la cruz. Así también tendremos su respaldo cuando todo lo coloquemos en sus manos y hagamos según su voluntad.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (JN)

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