Mateo 14:27-33 NTV: “Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí? Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.”
Jesús había enviado a sus discípulos a que se adelantaran mientras despedía a la multitud y pasaba tiempo a solas con El Padre. Luego de esto, el Señor caminó sobre las aguas para encontrarse con los discípulos, quienes tenían dificultades para conducir la barca debido al oleaje, en ese momento ellos no reconocieron al maestro, lo que nos lleva a pensar que es esencial en nuestra vida que pasemos tiempo con Dios para poder reconocerlo siempre.
Sin embargo, Pedro quien en sus inicios con El Señor mostraba ratos de lucidez y luego de error, inicialmente pide al Señor que lo haga caminar sobre las aguas, lo cual es brillante, porque en ese ejercicio de identificar a Jesús (recordemos que no lo habían reconocido), un milagro de este tipo les ayudaría a tener la certeza de que aquel sí era Jesús. Pedro, por el poder de Dios, empezó a caminar sobre las aguas y así se mantuvo mientras sus ojos estuvieron puestos en el Maestro. En este momento vemos su lucidez, no porque supiera mucho, sino porque tuvo fe en Jesús. De igual forma sucede con nosotros, seremos brillantes cuando sigamos las estrategias de Jesús, y pongamos nuestra confianza en Él.
Luego vino el momento del error, Pedro puso su mirada en las circunstancias y empezó a ahogarse. Lo que nos lleva a reflexionar en que nuestra confianza en El Señor no se puede esfumar por poner nuestra mirada en las circunstancias porque, así como Jesús le dijo a Pedro: «ven» y él obedeció, así también nos mostrará qué hacer, si obedecemos y tenemos fe en Él, también podremos caminar sobre las circunstancias por difíciles que parezcan.
En el momento de la angustia Pedro volvió a tener lucidez espiritual y clamó por ayuda al único que podía ayudarlo, a Jesús, quien lo rescató. Si en nuestro día a día por un momento nos falla la fe, seamos prontos en buscar a quien nos puede rescatar, al Señor, y no busquemos otras alternativas que, en lugar de salvarnos, nos hundirán más.
Finalmente, Jesús salvó a Pedro, y detuvo el viento que no les dejaba navegar bien, en ese momento ellos entendieron quién realmente era Jesús, el Hijo de Dios.
La invitación es a tener siempre la mirada en Jesús, a buscar en intimidad al Padre para poder identificar cuando su Espíritu Santo nos hable y nos diga qué hacer. Caminar en obediencia con la certeza de que estamos siguiendo la voluntad del Señor, recibiendo su gracia oportuna para ayudarnos a salir victoriosos en nuestro día a día.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (JN)
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