1 Reyes 3: 9, 10 y 12 RVR1960: “9. Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande. 10. Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. 12. He aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú.”
Les recomiendo leer completo el capítulo 3 de 1ra de Reyes, es un pasaje que nos enseña a pedir sabiamente, a tener un propósito en nuestra oración y a no dejarnos guiar por las cosas del mundo cuando Dios nos encomienda una misión.
En este pasaje Salomón pide a Dios sabiduría para poder liderar su pueblo en lugar del rey David, su padre. Dios se agrada por esta petición y además de concederle sabiduría, le otorga riquezas y esplendor, diciendo que no habrá durante el reinado de Salomón un rey que pudiera compararse con él.
Ahora bien, trayendo este pasaje a nuestras vidas, cuando clamamos en nuestras oraciones, desafortunadamente muchas veces no somos como Salomón que pidió instrucción y sabiduría para cumplir con excelencia la labor que le había sido encomendada, a veces ni tenemos en cuenta el propósito con el que Dios nos ha colocado en lugares o situaciones, solo creemos estar allí por coincidencia o por nuestro propio mérito en el peor de los casos. El tema es que debemos cuestionar lo que pedimos a Dios, pues todo lo que clamemos debería estar enfocado en que se haga su voluntad y no sólo en lo que nosotros queremos.
Si analizamos el pasaje, Dios otorga a Salomón riqueza y esplendor sin que él se lo pidiera, solo por pedir sabiamente y en pro de la obra a la que había sido encomendado, Dios se lo dio.
Uno de los factores más relevantes en nuestra vida es la economía, muchas veces el estar preocupados por ello no nos deja focalizar nuestra mente en lo que es realmente importante “su propósito en nuestra vida”. Empecemos entendiendo que Dios se ocupa de sus hijos en todas las áreas, pero es importante entonces que nosotros nos ocupemos primero de las cosas de él para que así como a Salomón, lo demás venga por añadidura.
En mi vida he pasado por muchas situaciones económicas difíciles. Siempre soñaba de pequeña poder trabajar y suplir todo aquello que sentía que me hacia falta. De hecho empecé a trabajar desde muy joven con esa motivación “tener mis cosas”; sin embargo, con el pasar del tiempo y al conocer más y más a Dios, he entendido que mis finanzas le pertenecen. Él se encarga de mi economía y es algo que me costó soltar durante muchos años porque sentía que dependía de mí, y sí, dependía en la medida que yo tenía que ser diligente y buscar un trabajo.
El dinero no lo es todo, somos hijos del Rey de reyes y Señor de señores, preocupémonos por pedir a Dios sabiamente que él se encarga de lo demás y cuando menos lo pensemos, veremos que en nuestra casa habrá abundancia siempre como la recibió Salomón.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MM)
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