Un ejercicio que encontramos frecuentemente para la medición del optimismo o la valoración de la actitud de las personas frente a la vida es, presentarles un vaso transparente con agua hasta su mitad, luego consultar a cada uno ¿cómo ves el vaso? Aquellos optimistas tienden a ver el vaso medio lleno y los más pesimistas afirman que el vaso esta medio vacío. Todo depende de la visión y perspectiva que cada persona tiene acerca del vaso.
Algo en lo que estamos de acuerdo muchos actualmente, es que las cosas no han estado fáciles. La dura temporada de la pandemia, que aún no termina, ha llevado a muchos a iniciar el año con cierta incertidumbre frente al futuro, nos ha dejado con muchos interrogantes, con la fe lastimada, los ánimos bajos y la armadura espiritual gastada, inclusive agrietada luego de arduas luchas.
Es momento de preguntarnos, ¿cómo vemos el vaso de nuestra vida con el Señor? ¿medio lleno o medio vacío? El tiempo devocional nos invita a estar diariamente cara a cara con el Señor para examinarnos, despojarnos de todo y ponernos a cuentas con él en Su presencia y a la luz de Su palabra.
Si estamos viendo nuestra vida espiritual con pesimismo, nos estamos viendo con el Señor, pero medio vacíos, no nos sentimos plenos, el gozo escasea y la llenura del Espíritu empieza a ser una gloria pasada, o si por el contrario nos vemos con optimismo, vamos por el camino de la fe, luchando por el ver el vaso lleno, conscientes que nos falta, estamos trabajando por ser transformados pero, aunque tenemos optimismo, la verdad es que no estamos llenos.
En ambos casos hay un principio que necesitamos recordar y es que, nuestro Padre quiere que seamos llenos, su voluntad nunca es que estemos ni medio llenos ni medio vacíos. Veamos lo que nos enseña la carta a los Efesios en su capítulo 5, versos 16 al 18: “Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan. No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que sea el Espíritu Santo quien los llene y los controle.” (versión TLA).
Este pasaje nos dice que hay algo en lo que nos tenemos que ocupar, bien sea que veamos nuestro vaso medio lleno o medio vacío, es decir, que tengamos o no optimismo frente a nuestra vida espiritual, dice: “traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan.” Y ¿cómo lo averiguamos?, perseverando en nuestro tiempo devocional con el Padre.
Si nos ocupamos en llenar el vaso de nuestro corazón con el agua de vida que hay en Jesús, no vamos a perder el control de nuestras emociones y de las circunstancias que nos agobian, sino que vamos a permitirle a la persona del Espíritu Santo, que sea quien tome el control y nos llene para tener la fe y la fuerza de continuar.
Cuando somos llenos por Cristo, aunque nuestro vaso sea vaciado, siempre se llenará de nuevo, porque él lo dijo, el evangelio de Juan nos recuerda esta promesa: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:14). Somos como vasos que, al estar llenos, somos usados porque somos vaciados en la obra de Dios, pero un vaso vacío constantemente, empieza a ensuciarse y ya no tiene uso hasta que sea nuevamente limpiado en las aguas de la presencia de Dios para que pueda ser lleno por él para saciar a otros.
Acerquémonos confiadamente al trono de Su gracia, no hay espacio que Dios no pueda llenar, no hay lugar a donde él no pueda llegar, no hay un corazón, por duro que parezca, al que Su palabra no pueda transformar. No se trata sólo de ser optimistas, la forma correcta de ver la vida es con los lentes de Cristo, y el siempre quiere ver nuestros vasos llenos, llenos de Él.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
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