¿Cómo preparar un terreno para la siembra?

¿Cómo preparar un terreno para la siembra?

Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga”

 MARCOS 4: 8-9. RVR1960

Hemos llegado al final de la parábola objeto de estudio, y si nos disponemos a hacer un resumen de cada uno de los escenarios presentados por Jesús en los pasajes anteriores, podemos  inferir en primera instancia que  el tipo de tierra ideal para la buena siembra es la que se halla “suelta”, es decir,  aquella que se deja impregnar y abraza la promesa de tal manera que no pueda ser quitada; también comprendimos cual es la importancia de la profundidad de estos terrenos para que la semilla (Palabra) germine, crezca y se enraíce, entendiendo que nuestros planes y propósitos pueden convertirnos en terrenos pedregosos que no permiten afirmarnos profundamente en los propósitos de Dios; posteriormente vimos que aunque los terrenos puedan ser sueltos como la arena en el desierto, la presencia de espinos puede ahogar lo que ha germinado y evitar que produzca el fruto,  ya que un  ambiente escaso nos contamina, permitiendo que el odio y el temor tomen posesión de nuestro corazón y de nuestro ser.

Como consecuencia, una vez persuadidos de la importancia de cuidar el terrenos de nuestro corazón de dureza, piedras y espinos; cobra gran relevancia en el proceso de la siembra lo que enfatizaba mi amigo el labriego mencionado al iniciar esta serie de devocionales cuando decía: “Lo más importante en la agricultura es seleccionar muy bien la semilla de lo que se va a sembrar, ya que esta es la garantía de una cosecha exuberante y prodigiosa” Por lo que de nada sirve escoger el mejor de los escenarios para la siembra si la semilla escogida no es la indicada.

Es preciso hermanos que hoy más que nunca el pueblo de Dios sea cuidadoso de la semilla que está sembrando en su corazón, en medio de falsas enseñanzas, doctrinas y un desvergonzado uso del odio como herramienta que pretende poner en controversia a los hermanos, a los pueblos. Por tal razón es imperante que seleccionemos la buena semilla que es la verdadera Palabra de Dios, aquella que se basa en las escrituras, que está libre de manipulación y lisonjerías, puesto que solo esta verdad es la que produce frutos a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.

Oremos al Señor de la semilla que nos de la sabiduría espiritual para saber discernir y seleccionar la buena semilla que haga nacer, crecer y prosperar en nosotros el propósito divino de nuestra existencia.

FIN

FJCG – Casa de Refugio

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