Compartir la Gracia y el Amor de Cristo
Mateo 10:5-11 RVR 1960: “A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento. Más en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis”.
 
Jesús envía a sus discípulos a llevar su mensaje de esperanza y amor a las personas que encuentren. Los instruye a compartir generosamente lo que han recibido, extendiendo la gracia divina a todos. Así como Jesús les encomendó esa tarea, también nos envía hoy como sus discípulos para compartir su amor con las personas que nos rodean.
 
El Señor nos llama a sanar a los enfermos, a resucitar a los muertos, a limpiar a los leprosos y a expulsar a los demonios. Esto va más allá de la sanidad física; representa la necesidad de brindar consuelo a los afligidos, renovar la esperanza en los desesperados y liberar a los oprimidos. Sin embargo, hay un principio fundamental que Jesús les enseña y que es clave para todos nosotros: «Lo que han recibido gratis, denlo gratuitamente«.
 
En nuestra vida diaria, a menudo recibimos bendiciones, amor, comprensión y gracia de Dios de manera gratuita. Dios nos ha dado tanto sin que lo merezcamos, y nos llama a compartir estas bendiciones con los demás de la misma manera generosa en que las hemos recibido. A menudo, nos encontramos con personas heridas en nuestro camino, personas que necesitan palabras de aliento, un acto de amabilidad o simplemente alguien que los escuche. Es en estos momentos cuando podemos compartir la gracia de Cristo, ofreciendo compasión y apoyo sincero. La sanidad que proporcionamos puede ser espiritual, emocional o física, es a través de este acto de generosidad que otros pueden experimentar el amor de Dios de manera tangible.
 
Al compartir, recordemos que no lo hacemos por reconocimiento o recompensa terrenal, sino por obedecer la llamada amorosa de nuestro Señor. Él nos llama a dar libremente, recibir con gratitud y compartir sin reservas. En cada acto de amor, demostramos el amor incondicional que Dios nos tiene y extendemos su reino de amor en la tierra.
 
Amado Padre celestial, gracias por tu amor incondicional y tu gracia abundante. Ayúdanos a comprender la importancia de compartir tu amor y tu bondad con quienes nos rodean. Permítenos ser instrumentos de tu paz y sanidad en un mundo necesitado. Que nuestras acciones y palabras reflejan tu amor, y que otros encuentren esperanza y consuelo en ti a través de nosotros. En el nombre de Jesús, amén.
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KGD)
#MiMetaEsCompartir

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