Proverbios 28:13 RVR95: “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia.”
La sinceridad es uno de los principales ingredientes para la perfecta receta de una amistad. La biblia nos enseña que el amor que demostramos a otros no debe tener ningún disfraz, porque todo aquello que se construye a base de hipocresía sólo termina generando dolor y frustración. Una verdadera amistad se construye con un amor sincero, en el que se puede depositar toda nuestra confianza para tener la libertad de mostrarnos tal cual somos sin obtener ningún juicio a cambio.
Uno de los personajes que conocemos como “amigo de Dios” es Moisés, en el libro de Éxodo se nos dice que él hablaba cara a cara con Dios (33:11), como alguien que habla con su amigo, para los hebreos el rostro era el reflejo del ser interior, entonces, esto nos quiere decir que, Dios tenía acceso a las profundidades del corazón de Moisés y viceversa. No había grietas en el puente de la relación entre Moisés y el Señor.
Suena irónico que podamos ocultarle algo a Dios, la realidad es que es imposible porque realmente Él es el único que conoce hasta lo más profundo de nosotros, inclusive, no ha salido la palabra de nuestra boca y él ya sabe lo vamos a expresar (Salmos 139:4); sin embargo, a través de la “confesión “se desata algo realmente poderoso en nuestra vida, es como si con este hecho pudiéramos abrir la puerta de la jaula en la que hemos estado encerrados por siempre.
La confesión más que hablar sobre una verdad interior, implica “reconocer” y para poder reconocer nuestros pecados, nuestras faltas, necesitamos despojarnos del ego y renunciar a todo lo que alimente sus deseos. Confesamos porque reconocemos que algo no es bueno, que nos está haciendo daño, afecta nuestra relación con Dios y con Su propósito. Al despojarnos de esto estamos desnudando nuestras debilidades y mostrándonos tal cual somos, hay transparencia en nuestra relación.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros.” (Juan 1: 9-10 RVR95)
El libro de Proverbios nos dice que además de confesar nuestras faltas, errores, nuestros pecados, es necesario apartarnos de aquello que estamos confesando; es decir, cuando confieso debo estar dispuesto a cambiar, a apartarme de lo que está abriendo una brecha en mi relación de amistad con Dios porque de esta manera podré alcanzar misericordia. Entonces, una vez somos conscientes del error y nuestra falta, lo primero que debemos hacer es hablar, buscar al Señor para hablar con él, el pecado abre brechas pero la confesión crea un puente en mi relación con Dios. Jesús quiere ser mi AMIGO, si quiero empezar una relación sincera con él, ¿qué necesito confesar hoy?
Mi confesión debe ser honesta e íntegra. Honesta porque estoy comprometido a decir la verdad, aunque eso implique reconocer que todo es mi culpa, efecto de mis decisiones, de la exaltación de mi ego, etc. Íntegra porque debe nacer de un corazón arrepentido, dispuesto a cambiar. Si confesamos sin la intención real de batallar el pecado, nuestra confesión no honra a Dios. Necesitamos confesar nuestros pecados si queremos que nuestra relación con Dios crezca y florezca.
Mi confesión debe incluir a todas las personas implicadas, debe ser completa, de otra forma sólo voy a abrir la jaula para meterme en otra más grande, donde me acompañan las personas que no he perdonado o aquellas a las que hice daño. Si dejo algo oculto, no voy a prosperar, recordemos: “El que oculta sus pecados NO PROSPERARÁ.”
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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