Salmo 40: 1-11 RVR1960: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. 2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. 3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. 4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. 5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados. 6 Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. 7 Entonces dije: He aquí, vengo; En el rollo del libro está escrito de mí; 8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón. 9 He anunciado justicia en grande congregación; He aquí, no refrené mis labios, Jehová, tú lo sabes. 10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; He publicado tu fidelidad y tu salvación; No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea. 11 Jehová, no retengas de mí tus misericordias; Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre”.
La espera es una etapa que todos vivimos en algún momento de nuestra vida, en este salmo del rey David aprendemos cómo podemos vivir esta etapa, con paz. Cuando sentimos que no tenemos salida de una situación y la desesperación invade nuestro corazón, podemos recordar este pasaje para tener una certeza, como la tuvo David: “se inclinó a mí, y oyó mi clamor “. Dios siempre escucha el clamor de sus hijos, ¿qué padre no acude a su hijo cuando le necesita? Es en la espera paciente y perseverante clamor que viene el cántico nuevo sobre nosotros y la libertad de alabar ante la más difícil circunstancia.
Somos bienaventurados los que ponemos nuestra confianza en Dios, evitando mirar al mundo y los que quieren que estemos y hagamos cosas del mundo, nuestra mirada siempre debe estar enfocada en el nombre de Dios pues sabemos que nuestra carne siempre quiere traicionar lo que queremos hacer bien por ello es importante que estemos enfocados en nuestra relación con Dios.
Este salmo destaca que Dios no se complace ni busca sacrificios y ofrendas materiales, sino corazones dispuestos a buscarle y hacer su voluntad con humildad. La obediencia a la ley de Dios está en el corazón del salmista, así como la palabra de Dios debe estar en nuestros corazones.
Debemos ser testimonio y sacrificio vivo para quienes no le conocen, dando a conocer su fidelidad y salvación, pues somos egoístas e incumplimos su palabra cuando no damos el regalo más grande a otras personas que es el poder conocer a Dios, pues somos llamados también a hablar a otros.
En resumen, el pasaje nos llama a depositar nuestra confianza en Dios sin importar la situación en la que estemos, a reconocer sus maravillas y entender que Él siempre está para nosotros y a compartir su palabra a quienes no tienen la fortuna de saber que Dios los ama y está también con ellos.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MM) #MimetaEsAlabar
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