Leer un pasaje como este me preocupo mucho, a pesar de que trato de entender con mi mente finita el amor constante y firme de Dios hacia cada uno de sus hijos; pero a su vez, todos aquellos momentos en los que nos disciplina, nos da una y otra oportunidad o cuando hay una palabra y punto final a algunas situaciones en nuestras vidas.
En esta escritura encontramos un paralelo de dos tipos: primero, el hijo de Elcana y Ana: Samuel, y segundo, los hijos de Elí: Ofni y Finees. Lo que me llevaba a preguntar junto al Espíritu Santo, ¿qué tipo de hija soy?, ¿cómo los hijos de Elí? Nos dice la palabra que venían de un linaje con un llamado muy especial e importante para servir al Padre; pero desafortunadamente no le dieron el valor suficiente al propósito sobre sus vidas.
¿Acaso soy de las que desaprovechan los lugares en los que me ha puesto Dios?, ¿pierdo el tiempo en las cosas terrenales y no me fijo en los temas celestiales?, ¿tengo por menos lo que Dios me ha encargado?
Según la palabra que leímos anteriormente Ofni y Finees se habrían dedicado a pecar deliberadamente, al parecer, en la misma casa del Señor; en medio de lo santo y lo que aún me ponía a recapacitar, cada uno de los hijos del sacerdote se acostumbraron a estar entre las bendiciones de Dios; tanto físicas, como espirituales. Los que los llevo a no valorar nada y no verlas como en realidad eran.
Del otro lado, esta Samuel también en la escritura, un hijo fruto de la obediencia, el esfuerzo y la oración de una mujer; dedicado a la obra de Dios desde antes de nacer; pero por el contrario la referencia de este hijo de Dios es distinta:
– Ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino: Adoración y Santidad
– Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres: Buen testimonio
– Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mí ungido todos los días: Corazón limpio
¿En este paralelo quiénes somos? Es una respuesta que solo podemos saber junto a la ayuda del Espíritu Santo. No es casualidad este aviso del Señor. Es tiempo de examinarnos.
“El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es la tristeza de su madre”.(Proverbios 10:1 RVR1960)
Oro para que podamos ver, a la luz de la palabra, el tipo de hijo que estamos siendo y podamos hacer los cambios correspondientes o continuar con los pasos que llevamos. En el nombre de Jesús Amén.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (TAS)
#MimetaesAlabar
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