De Frente a una Nueva Realidad
Colosenses 1:21-22 NTV: “Eso los incluye a ustedes, que antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, separados de él por sus malos pensamientos y acciones; 22 pero ahora él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa y pueden presentarse delante de él sin ninguna falta.”
 
El Señor en su palabra me deja claro que no debo conformarme con los parámetros dictados por este mundo acerca de cómo ver las cosas y vivir la vida, sino que es mejor procurar fijarme en Él, en saber su voluntad y hacerla, porque ésta es buena agradable y perfecta.
 
Todos los seres humanos nacemos bajo una igual condición, con una plaga en nuestro ADN llamada pecado, pero nuestro Padre celestial dio la provisión de salvación a través de Jesucristo para ser sanos de ella.
 
Hace poco más de dos décadas que no había recibido de una manera genuina a Jesús como El Señor y Salvador de mi vida, tampoco me había arrepentido de mis pecados, ni era consciente de que la paga de ellos es la muerte, la separación eterna de Dios; pero sí sabía que pecaba y esta culpa me hablaba al oído para decirme que no era el momento de acercarme a Dios, ni entregarle mi vida a Cristo, porque no era digno de eso. Pero gracias a Dios, entendí con los años que ninguno por sí mismo es digno, pero que El Padre me hace digno por medio de Jesús. Entender esto trajo libertad a mi vida, ya no tengo que creer lo que el mundo dice, que si no soy suficientemente bueno, entonces no soy digno de acercarme a Dios; no me debo conformarme con esa mentira, porque la voluntad de Dios es sacarnos de las tinieblas a su luz admirable, y entonces sé que un indigno como yo, soy visto como justificado por medio de Jesús, dejándome frente a una nueva realidad en mi vida y de todo aquel que también decida entregar su vida a Jesús.
 
Lo mejor de todo es que esa nueva realidad no sólo me salva de una muerte eterna, sino que me permite ser libre del pecado, de esa mentirosa y mala consejera que es la culpa, y de la muerte que trae el pecado, permitiéndome conocer su voluntad y con su ayuda poder ejercerla.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM

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