“Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” (1 de Samuel 1:9-11 RVR1960)
Nuestro personaje bíblico del día es Ana, cuyo nombre significa benéfica, compasiva y llena de gracia, hoy aprenderemos de Ana el único camino inequívoco que nos lleva, mediante un viaje añorado por todos, de la amargura a la risa.
Ana era estéril, el sueño de su vida era tener descendencia, la frustración por no ver realizado el deseo profundo de su corazón, sumado al señalamiento social propio del contexto de la época, había generado en ella una profunda herida, que con los años se había añejado, hasta lograr amargar su alma, esto quiere decir que todos los días para ella eran difíciles, pesados, desprovistos de gozo, de fuerza y vivir su vida se había convertido en una carga imposible de sobrellevar.
“Todos los días del afligido son difíciles; Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.” (Proverbios 15:15).
Podemos saber el estado de nuestra alma según como definamos nuestros días, si cada día para nosotros es difícil, estamos sumergidos en la aflicción como Ana, hoy es tiempo de recordar que hay un banquete continuo cada día de parte de Dios, pero este banquete solo es aprovechado para los de corazón contento. ¿quieres tener un corazón contento?, Ana nos enseña una formula incuestionable para poseerlo.
Un día, después de quejarse mucho, de enojarse, de mostrar apatía a todo, Ana decidió levantarse e ir al templo, ese día su vida cambió definitivamente, trajo la amargura de su alma delante de Jehová, la derramó líquidamente, sus lágrimas no solo bañaron el piso donde se inclinó, sino que lavaron su alma de lo amargo que la colonizó un día, “Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón.” (Eclesiastés 7:3); ese día su anhelo se alineó con el propósito divino, pues la voluntad de Jehová era darle como hijo a Samuel, llamado a ser sacerdote, profeta y Juez de Israel; en ese encuentro ella entendió que el fruto de su vientre no sería para demostrarle a sus burladores que “si era capaz”, sino que su prole tenía un propósito trascendente y su consagración debía ser total, fue entonces liberada de su aflicción, pues en los posteriores versículos la palabra de Dios nos dice que se fue del templo y nunca más estuvo triste; tiempo después concibió a Samuel y cumplió su voto a Dios, quien le dio más descendencia y honró delante de su esposo.
Amados, ha llegado la hora de derramar lo doloroso a los pies de Cristo y alinearnos con lo divino, eso que anhelas tiene un propósito poderoso en Dios, deja tu dolor delante del Rey y recibe su visión, Él te dará la libertad de la aflicción y concederá los deseos profundos de tu corazón para su gloria, vendrá el verdadero gozo a tu vida.
¡Anímate! ¡Levántate! ¡Toma del banquete! Entra ahora en la presencia y haz votos líquidos con tu Padre Celestial, ese es el camino seguro que te llevará de la amargura a la risa.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio 2022 Pastora LCR
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