De la Destrucción a la Reconstrucción
2 Corintios 5:14-15,21 NTV: “Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua. Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos… (v.21) Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo”.
 
Cuando Adán y Eva pecaron en el Edén, no sólo introdujeron el pecado al ser humano, sino que el pecado en sí estableció una brecha de separación entre Dios y nosotros, por eso todos nacemos con la naturaleza encaminada hacia él. Este mundo está lleno de un sinnúmero de tentaciones y desafíos que impulsan a los deseos de la carne a desatarse y gobernar el destino de los seres humanos, dándoles la cercanía a una vida conforme a la voluntad del maligno, del enemigo, del padre del engaño, Satanás. Es una realidad que vemos a diario en las calles, en nuestros vecindarios, ya no hay que ver películas o navegar por internet para ver cómo hay tanta destrucción en el ser humano, y se demuestra una vez más que como nos enseñó Jesús, El Hijo de Dios, separados de Él, nada podemos hacer.
 
Mediante ese engaño que el diablo le propinó a Adán y Eva, pudo crear un estorbo en nuestra relación con Dios, pero El Padre Celestial, sabía cómo resolver este asunto, y ante un gran mal como el pecado, El Señor dio la mejor y más grande solución: Jesucristo.
 
Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y el pecado busca desviarnos de ese diseño con el que Dios nos hizo, y Jesús, quien nunca pecó, se ofreció como sacrificio por nuestros pecados y pagó el precio para que todos podamos tener acceso a Dios, reconciliarnos con Él, recibir la salvación y recuperar ese diseño original que nos dio Dios. Es por esto por lo que es esencial para nuestras vidas recibir a Jesús como Señor y Salvador, porque más nadie puede salvarnos, reconciliarnos con El Padre y nuevamente vivir conforme al diseño y propósito que fuimos creados.
 
No importa que tan destruida esté tu vida hoy, ésta puede ser reconstruida por El poder de Dios a través de Jesucristo, porque al aceptarlo con fe, tu vida no sólo será salvada de estar apartada eternamente de Dios cuando partas de este mundo, sino que será restaurada mientras vivas en esta tierra.
 
El enemigo invita a la destrucción, El Señor nos invita a la reconstrucción y salvación. Las opciones son evidentes para elegir, definitivamente por la que nos garantiza la salvación. Hoy es la gran oportunidad para pasar del lamento al júbilo, del luto a la alegría, de la perdición a la integridad, de la condenación a la salvación, de la destrucción a la reconstrucción.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio – JENM

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