“Saúl dijo a Samuel: He pecado, pues he desobedecido el mandamiento de Jehová y tus palabras…No volveré contigo, porque rechazaste la palabra de Jehová y Jehová te ha rechazado para que no seas rey sobre Israel, respondió Samuel a Saúl.” (1 Samuel 15: 24ª-26 RVR95)
Hoy iniciamos con un final, el de un reinado que surgió permitido por Dios, pero por voluntad del pueblo de Israel. Saúl fue el primer rey de Israel, ungido en secreto y con una elección pública muy particular (1 Samuel 10: 17-24), inicialmente muy prometedor para los tiempos difíciles que vivían, fue ungido por el profeta Samuel, su aspecto físico era el del comandante que el pueblo quería, pero su inseguridad lo llevó a su fin.
La biblia nos enseña que, a pesar de su apariencia, Saúl se veía muy diferente así mismo “mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín?” (1 Samuel 9:21). Esa visión personal dominó su carácter y lo llevo a demostrar un liderazgo pobre, que ante los más grandes retos (Goliat) se comportó con cobardía y como un perdedor motivado por la envidia de su corazón (David). El futuro de Saúl fue marcado por la debilidad de su carácter, terminó desobedeciendo a Dios, en lugar de buscar su dirección en su presencia, acudió a una bruja. El no caminó en pro del destino, del propósito fijado por Dios para él, sino por las circunstancias que lo subieron al trono.
“Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo, Débora, me levanté, me levanté como madre en Israel.” (Jueces 5:7 RVR95)
Débora fue una mujer que supo conocer el tiempo de Dios para su nación y qué hacer en este, por eso fue una mujer exitosa sobre su casa, sobre su pueblo y sobre su nación. Su historia la tenemos en el libro de Jueces capítulo 4, donde vemos que las circunstancias que la rodeaban estaban llenas de violencia y opresión sobre el pueblo de Israel por causa de su desobediencia (v.1, 3), sin embargo, su cosmovisión no fue forjada por la situación política del momento sino por su relación con Dios.
Aunque no era común el liderazgo político femenino, Débora se convirtió en la líder que el pueblo necesitaba para gobernar en ese tiempo, era una profetisa que escuchaba la voz de Dios y creía en él (v.4), a diferencia de Saúl, esta era una mujer llena de coraje que movilizó la gente a batallar, lo que les permitió librarse de los opresores extranjeros (v.14).
Débora fue una mujer de destino que dio la gloria a Dios (Jueces 5), no se dejó abatir por las circunstancias adversas y ser mujer (que en aquella época era doblemente duro) no fue un impedimento para levantarse y hacerlo con un propósito, amar a su pueblo como una madre, reflejando así el carácter maternal de Dios. La firmeza de su fe hizo renacer la esperanza en Israel, la libertad y la paz retornaron durante los siguientes 40 años.
Somos hijos de Dios creados con un destino, es nuestra decisión tomar ese camino o simplemente ser personas de circunstancias, ¿de qué lado quieres estar? “Encomienda a Jehová tus obras y tus pensamientos serán afirmados.” (Proverbios 16:3 RVR95)
Tiempo de Hablar Con Dios: Amado Rey, glorioso y bueno eres. En esta mañana nos presentamos delante de ti para ofrecerte todo lo que somos, nuestras flaquezas y fortalezas, despójanos de lo que no nos es útil para alcanzar el propósito que tienes con nosotros y caminar como un pueblo, tu pueblo con un destino escrito en el cielo, no presos de las circunstancias, que ellas no nos dirijan ni confundan, sino sólo en el calor de tu presencia y al sonido de tu voz, demos cada paso cada día Amado Padre. En el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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