“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.” (Juan 4:23 RVR1960)
No es fácil adorar a Dios con libertad, para ser sincera por mucho tiempo sufrí de pena, pena de que los que veían en mí una mujer inteligente pensaran que era débil mentalmente al decirles que no hacía nada en mi vida sin el consentimiento de mi Padre, pena incluso de decirles que era creyente, yo me avergonzaba de Él y eso hoy me duele porque pasé muchos años de mi vida sin darle a mi Padre el lugar que se merece.
A pesar de mi pena de admitir que amaba a Dios, Él me dio un hogar, un esposo maravilloso y una hija para su Gloria, todo esto mientras yo me seguía avergonzando de Él ¿qué fuerte no? Su amor no depende del nuestro, no depende de nuestras acciones, no depende de lo que yo haga, su amor es incondicional, es incomprensible para nosotros y no es respuesta a nada de lo que hagamos. Hoy pienso en esto y siento un gran agradecimiento hacia mi Padre que no esperó que yo lo amara para recompensarme, que no tuvo en cuenta mi ingratitud y falta de amor y me amó y mientras transformaba mi vida con su amor me daba regalos eternos, ese es nuestro Padre.
Adorar tiene grandes propósitos, el primero de ellos tiene que ver con la obediencia al Padre y a sus mandatos, y esto sí que trae bendiciones a nuestra vida. La palabra de Dios no dice que nosotros vinimos a este mundo a ser exitosos, a tener hogares maravillosos, ni siquiera a hacer amigos, dice que fuimos creados por Él para adorarle, solo para eso, no necesitamos que nadie nos explique si debemos o no hacerlo. A eso vinimos y pues si a eso vinimos y no lo hacemos vinimos prácticamente a nada (Salmos 148)
El segundo es que cuando lo adoramos podemos verlo a Él y a los problemas en su dimensión. Es decir, podemos ser más conscientes de la grandeza y poderío de nuestro Padre y de lo pequeño que es cualquier problema comparado con El. La Biblia dice que para Él no hay nada siquiera difícil (Jeremías 32:27).
El tercero es que cuando lo adoramos podemos mantener un espíritu de agradecimiento con nuestro Padre y la gratitud abre los cielos, además nos permite tener una relación con Él diferente, íntima y cercana sabiendo que es el dador de todo lo bueno en nuestra vida y que lo que no es tan bueno para nuestros ojos, Él siempre lo transforma para nuestro bien. (Salmos 18:3; Romanos 8:28).
Y el cuarto, adorarle mueve su corazón y su ejército para cumplir Su propósito en nuestra vida. Es decir, que la adoración si bien fue hecha para Dios realmente a quién beneficia es a sus hijos.
Cerremos nuestros ojos hoy y adorémoslo, ya sea con una alabanza o con nuestras propias palabras, dejemos las prevenciones, posturas, ideas vanas, argumentos y el qué dirán a un lado y reconozcamos que es nuestro REY, que gobierna nuestras vidas y que es digno de adorarlo. Por nosotros, por nuestro bien, pero más que eso, porque ÉL SE LO MERECE.
GV – Casa de Refugio
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