«Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días. Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su brazo extendido, y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón rey de Egipto, y a toda su tierra; y lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Jehová los destruyó hasta hoy; y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; y lo que hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio de todo Israel. Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho. Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y para que os sean prolongados los días sobre la tierra, de la cual juró Jehová a vuestros padres, que había de darla a ellos y a su descendencia, tierra que fluye leche y miel.» (Deuteronomio 11:1-9 RVR1960)
Moisés, luego de haber estado transmitiendo al pueblo los mandamientos y ordenanzas, hace un llamado a los israelitas a hacer un compromiso con Dios, a permanecer en las palabras que Él les ha mandado como una respuesta natural al amor hacia Jehová (amarás y guardarás). Para cumplir este compromiso los invita recordar lo que Dios ha hecho en sus vidas, quién es el Dios a quién han servido, recordar que, Su inagotable fidelidad a las promesas que hizo hace miles de años sigue vigente, cumpliéndose día a día, recordar que la grandeza de su poder los llevó hasta allí, nos ha traído hasta aquí. Dios no necesita escucharlo, nosotros debemos recordar lo ilimitado de su poder para saber que su fidelidad nos alcanza día a día, para recordar que en los días malos Jehová se encarga de nuestros enemigos, Él mueve las aguas y las precipita sobre nuestros adversarios y permite que su pueblo atraviese en seco el mar.
El compromiso con Dios de guardar sus mandamientos y permanecer en Él, con la fe afianzada en Cristo y su sacrificio en la Cruz trae importantes promesas, recordemos tres de ellas:
– Ser fortalecidos, entrar a la tierra de la promesa y vivir mucho tiempo en ella. “Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla; y para que os sean prolongados los días sobre la tierra…» (Deuteronomio 11:8-9ª RVR1960)
– Peticiones que tocan el corazón del Padre y son cumplidas. Una fe apropiada en Cristo nos llevará a desear solo su Voluntad. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.” (Juan 15:7 RVR1960)
-Recibir toda la manifestación del amor de la Deidad. “El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.” (Juan 14:21 RVR1960)
¿Estamos haciendo la tarea de buscarlo, amarlo y adorarlo como Él nos lo ha pedido? Él cumple su promesa y no fallará jamás. Hagamos nuestra parte, permanezcamos en Él y permitamos que el carácter del Rey se refleje en nosotros, que nos lleve a deleitarnos en una comunión y oración constante con Él, no como requisito en una larga lista de quehaceres, sino como respuesta de nuestro amor y Él se encargará del resto. Que siempre sea Él la fuente y motivación de cada una de nuestras oraciones, actos y pensamientos. Vivamos agradecidos de tenerlo a Él en nuestras vidas, de ese que restaura nuestra fe y aviva en todo tiempo nuestra esperanza mientras nuestros ojos puestos estén puestos en Él.
Recordemos con plena convicción: Somos de Él, vivimos para Él, nuestros sueños son de Él, nuestras luchas son las suyas y por eso nos gozamos en adoración a Él por el resto de nuestra vida, gracias al sacrificio de Jesús hoy podemos ser llamados HIJOS.
MLS – Casa de Refugio
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