“Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.” (Hebreos 6:18-19 NTV)
Nosotros como pueblo de Dios debemos vivir y caminar sobre una verdad inmutable: DIOS NO MIENTE. En los versículos anteriores, el autor del libro Hebreos, enfatiza que entre todo lo inmutable del carácter de Dios hay algo que no debemos olvidar como sus hijos: Nuestro padre JAMÁS, JAMÁS, JAMÁS miente.
Partiendo de la verdad de que su carácter es perfecto, en el no hay defecto o pecado. En el reside la luz, la sabiduría, la ciencia y todo lo creado. Me podrías preguntar ¿cuál es la razón por la cual hoy debemos recordar esta verdad inmutable, que pareciera que para ti y para mi es absolutamente clara?
Pero debo decirte con mucho amor que podemos tener años siendo hijos de Dios y vivir creyendo en el fondo que Dios ha mentido, nos ha fallado o se olvidó de nosotros. El Salmo 27 nos dice que, así nuestro padre o madre nos dejaren, El extenderá su poderosa mano para socorrernos.
En muchos momentos de mi vida viví de esa forma, me daba cuenta cada vez que empezaba a hacerle reclamos a Dios en mi corazón sentía que él me debía. Lo que me hace recordar las palabras de una amiga y pastora que siempre dice: “Dios no es deudor de nadie…” Pero, solo lo podemos entenderlo hasta que lo vivimos.
¿Sientes en el fondo de tu corazón, aunque no lo digas, que Dios te ha fallado, que te ha mentido porque aún no ves lo que te prometió? ¿Sientes que se ha olvidado de tus necesidades, sufrimientos, dolores, valles o pruebas? Si alguna de estas preguntas es afirmativa, entonces estamos viviendo como hijos, pero fuera de la verdad, que DIOS NO MIENTE.
Hoy vengo a recordarte, lo que nuestro Padre me dijo y me está haciendo entender: Yo no miento y no mentiré. Tus ojos verán lo que he hablado, porque mi palabra SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE se cumple. Conozco cada una de tus lágrimas y días tristes porque siempre estoy a tu lado.
Le pido a Dios que tú y yo vivamos con esa convicción hasta el día que nos reunamos con él: NUNCA NOS MINTIÓ. Oro a Jesús para que nos ayude a vivir en la tierra a sabiendas que eso que no entendemos tiene una razón, que en su boca solo hay verdad, solo hay luz y consuelo para nosotros. Que todo se cumplirá. En su nombre lo pido esto para cada uno de nosotros. ¡Amen!
TASR – Casa de Refugio
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