El Bien que Debemos Compartir
Proverbios 11:23-28 RV1960:“El deseo de los justos es solamente el bien; Mas la esperanza de los impíos es el enojo. 24 Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. 25 El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado. 26 Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende. 27 El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, este le vendrá. 28 El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas.”
 
Inicio este devocional dejando en el aire esta pregunta retórica: ¿Qué tan desprendidos podemos ser de nuestros bienes, ante la necesidad del otro?, y con esto no solo me refiero únicamente a los bienes materiales.
Nuestra Palabra base de hoy es un manual de recomendaciones en el que se describe la acción y la consecuencia en el manejo de los bienes, lo que me hizo pensar en qué tanta disposición espiritual y física tenemos para dar sin recibir nada a cambio. Es decir, ¿podemos ser tan desinteresados y entregar todo lo que tenemos sin esperar una retribución que compense nuestra generosidad?
Pues a la luz de este Proverbio, la mejor recompensa es solamente el bien. ¿Y qué es el bien?, ¿mi satisfacción personal de darle a otro cuando necesita?, o ¿el reconocimiento de los que saciaron su necesidad a causa de mi acto generoso?, no amados. La retribución; tanto para el que da, como para el recibe, es mucho mas preciada que la satisfacción de nuestras necesidades primarias o el reconocimiento social.
II de Corintios 9: 10 en la versión Traducción al Leguaje Actual señala el verdadero propósito del dar: “12 Porque la ayuda de ustedes no sólo servirá para que los hermanos tengan lo que necesitan, sino que también hará que ellos den gracias a Dios. 13 Esa ayuda demostrará que ustedes han confiado en la buena noticia y obedecen su mensaje. Por eso, ellos alabarán y honrarán a Dios”.
Así mismo, Hebreos 13: 16 señala: “No os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada a Dios”.
 
Entonces amados, nuestro bien es EL, tanto para el dador como para el que recibe, porque Él será glorificado por causa de nuestro favor a otros y el Él será agradado cuando el dador entrega en libertad a los demás.
 
Así que la invitación en este tiempo de compartir en torno al Señor Jesucristo, es dar una palabra de aliento, un abrazo de refugio, un consejo de amor, un café y una buena conversación; un pan al que lo necesita, el tiempo de nuestro descanso por orar e interceder por el otro, el silencio en amor para aquel con quien estamos enojados, la reacción paciente para aquel que no nos atiende con prontitud, y entregar en libertad lo que el Señor nos ha dado para bendecir a los que carecen de sustento. Pues con todo esto ¡y mucho más!, agradamos a Dios, pero sobre todo le glorificamos y ese es el mejor bien que podemos tener en nuestras vidas hasta la eternidad.
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (OLAM)
#Mimetaescompartir

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