El Cuidado inigualable del Padre

Mateo 2:10-15 NTV: “Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría! Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra. Cuando llegó el momento de irse, volvieron a su tierra por otro camino, ya que Dios les advirtió en un sueño que no regresaran a Herodes. Después de que los sabios se fueron, un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño. «¡Levántate! Huye a Egipto con el niño y su madre —dijo el ángel—. Quédate allí hasta que yo te diga que regreses, porque Herodes buscará al niño para matarlo». Esa noche José salió para Egipto con el niño y con María, su madre, y se quedaron allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo»”.

En este pasaje podemos ver el cuidado que El Padre tuvo por su Hijo Jesús, Dios encarnado. Jesús no fue creado, como cualquiera de nosotros, Él es Eterno, de hecho toda creación fue creada por Dios, por medio del verbo, Jesús, y nada fue creado sin Él (Juan 1:3). Sin embargo, aún en esa condición de poder, El Padre tuvo cuidado especial de su Hijo, y vemos cómo Dios les reveló estrategias a los sabios de oriente y a José, para guardar la vida de Jesús, quien había tomado forma humana, sin perder su condición divina. También vemos cómo se daba el cumplimiento de las profecías que habían sido reveladas por Dios por medio de los profetas del Antiguo Testamento, cumpliéndose así el plan divino de redención y mostrándonos el cuidado soberano de Dios Padre en el cumplimiento de su palabra para con su Hijo.

Así como el Padre cuidó a Jesús, hoy también tiene cuidado de nosotros. La Biblia nos enseña en el Salmo 91, todas las promesas de protección que El Señor tiene para nosotros y cómo nos cuida, pero también nos revela un acto de obediencia muy importante, empieza diciéndonos: «EL QUE HABITA al abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente«.

Jesús, como hombre en la tierra, caminó en la voluntad del Padre y siempre buscó tener intimidad, tiempos a solas con él, en su sujeción y obediencia obró el Padre. De igual forma sucede con nosotros, la vida de Jesús en la tierra es nuestro ejemplo. Así como el poder de Dios fue manifestado en Jesús, así mismo el Padre nos respaldará cuando, sometidos en obediencia y en la búsqueda constante de su presencia, nos mantengamos en el centro de Su voluntad.

Es cierto que El Padre en su amor y misericordia aún tiene cuidado de nosotros cuando nos desviamos de sus propósitos, pero no tomemos riesgos innecesarios porque eso no significa que no habrá sufrimiento. Permanecer bajo la voluntad de Dios nos garantizará encontrar el verdadero propósito y gozo de vivir al cuidado inigualable del Padre.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (JENM)

#Mimetaescuidar

Leave a Reply

Your email address will not be published.