Genesis 4: 1-6 RV 1995: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «Por voluntad de Jehová he adquirido un varón.» Después dio a luz a su hermano Abel. Fue Abel pastor de ovejas y Caín, labrador de la tierra. Pasado un tiempo, Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, y de la grasa de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda, por lo cual Caín se enojó en gran manera y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: —¿Por qué te has enojado y por qué ha decaído tu semblante?”
Enojo se denomina el sentimiento desagradable que experimentamos cuando nos sentimos contrariados o atropellados por las palabras, las acciones o las actitudes de otros. La palabra, como tal, se deriva de la palabra “enojar”, que proviene del latín vulgar inodiāre, que significa “enfadar”.
El capitulo 4 del libro del Génesis nos narra en la historia de Caín, la primera aparición del enojo en la Biblia, así como la primera decepción para unos padres, todo eso lo llevó a destruir su vida. Su enojo creció tanto en su corazón que lo llevó a ser homicida y entrar en maldición, pues la tierra que labrara sería infértil, se convertiría en una tierra árida, «Ahora, pues, maldito seas de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar sus frutos; errante y extranjero serás en ella» (Genesis 4:11-12 RVR95)
Permitir que el enojo perdure por mucho tiempo en el corazón, hace que no demos fruto en los lugares donde hemos sembrado, por que trae infertilidad. Eclesiastés 7:9 RVR95 dice: «No te apresures en tu espíritu a enojarte, porque el enojo reposa en el seno de los necios«. Dios no nos hizo nuevas criaturas para vivir en enojo, «pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.» (Efesios 2:10 RVR95).
El enojo es una característica del viejo hombre que vive conforme a los deseos engañosos de la carne. Efesios 4:22-23 dice lo siguiente: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Y en este mismo contexto sigue diciendo en el verso 26: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Pablo describe el enojo como una característica de nuestro viejo hombre y no de aquel que ha nacido de nuevo en Cristo Jesús.
Dios confrontó a Caín y le preguntó por qué estaba enojado, le dijo en Genesis 4: 7 » Si hicieras lo bueno, ¿no serías enaltecido?; pero si no lo haces, el pecado está a la puerta, acechando. Con todo, tú lo dominarás.» El Señor le estaba prestando ayuda al decirle «tú lo dominarás», pero Caín se estaba acercando sin fe, lo que le impedía creer en la justicia de Dios, por eso se dejó llevar por los deseos de la carne, se centró en él, persistió en su enojo y esto lo llevó a la muerte.
La palabre de Dios es clara al dar dirección contra el enojo, Salmos 37:8 RVR95 nos dice “Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo”, y Colosenses 3:8 RVR95: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.”, por lo tanto, ceder al enojo es desobediencia contra Dios.
Hoy, mi oración es porque tengamos la libertad de soltar nuestro enojo para no entristecer al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuimos sellados para el día de la redención. Que sea quitada de nosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia. Que seamos bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos, como Dios también nos perdonó a nosotros por medio de Cristo. Amén.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)
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