Juan 11:35 TLA: “Jesús se puso a llorar.”
Este es uno de los versículos más cortos que encontramos en las escrituras, pero ¡qué paz la que podemos experimentar cuando lo leemos! Jesús 100% Dios y 100% Hombre, podemos ver su humanidad reflejada en esta escritura que cuidadosamente fue incluida para que supiéramos sin dudarlo, que Él nos entiende, porque también expresó dolor en sus emociones.
A veces cuando lloro siento mi debilidad y pienso, ¿dónde está mi fe?, ¿por qué no tengo gozo y paz en esta situación que sé que está bajo el control de Dios?, ¿está mal llorar?
El manejo de nuestras emociones es un tema que buscamos mejorar cada día, pensando que reprimiéndolas estamos dando fruto de dominio propio, pero no es así. A través de la experiencia de Jesús tenemos una clara evidencia de esto, porque a pesar de que él conocía el desenlace de la situación que lo entristecía, Él lloró.
Lloró al sentir el dolor en sus amigas, las hermanas de Lázaro, lloró porque pudo sentir el sufrimiento de todos los que estaban sintiendo la pérdida de Lázaro, lloró porqué sabía de la angustia de todos los que amaba al tenerse que despedir de un ser querido.
Jesús no minimizó esta circunstancia a pesar de saber que Lázaro resucitaría. No fue indiferente, ni juzgó a Martha y a María por su falta de fe, no se ofendió por sus reclamos por no haber llegado antes a evitar la muerte de su hermano, Él se enfocó en consolar a quienes amaba, no ofreció excusas ni discutió, pero si escuchó y esperó que se desahogaran, ¡Él lloró con ellos! y eso nos muestra no sólo que experimentó dolor, tristeza y sufrimiento, sino gran compasión y misericordia.
¡Nuestro Señor conoció el dolor, la frustración y la tristeza y por eso entiende la nuestra! Cuando entramos a su presencia y entregamos nuestro corazón y todas las emociones que estamos viviendo envueltas en lágrimas, Él, aun sabiendo que el desenlace será maravilloso para nuestra vida, nos entiende, está con nosotros y creo firmemente que Su amor es tan grande que muchas veces llora a nuestro lado.
Que maravilloso es saber que tenemos un Padre que entiende las circunstancias por las que atravesamos y puede entender nuestra debilidad y falta de fe al no ver el resultado esperado, que no nos juzga, sino que por el contrario a pesar de estar obrando en ese mismo momento por ese asunto que nos tiene derrumbados, también nos consuela y nos levanta con amor y misericordia.
Entonces, cuando sientas que no hay nada que te haga sentir mejor que llorar por aquello que te quita la paz y el gozo, recuerda que Jesús te entiende y que tus lágrimas están guardadas en Él, que no habrá una mayor muestra de adoración que entrar a Su presencia con el alma desnuda, pidiéndole que sea Él quien te levante, te consuele y quien tome el control de esa situación, confiando en que Él hará un milagro sobrenatural, así como con Lázaro y su familia, él resucitará aquello que tú crees sepultado.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)
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