El Fruto en Mí
Gálatas: 5: 1 y 22 RVR1960: “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, estad firmes, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud»… “22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
 
Como parte de la creación de Dios y ahora su hija, tengo un regalo inmerecido que cuesta valorar o reconocer, este regalo tan precioso es la libertad que tengo en Cristo. Como el verso 1 de nuestro pasaje de hoy: «Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, estad firmes, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud«. Pablo, el autor de esta carta, nos enseña que es necesario permanecer firmes para no volver atrás, para que no volvamos a la esclavitud del pecado, porque Cristo ya nos hizo libres para siempre, es a través de su sacrificio que hemos sido liberados del pecado y de la condenación.
 
No obstante, soy consciente de que esta libertad no es una excusa para vivir según mis propios deseos. El verso 13 nos dice: «a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros«. Este es un recordatorio poderoso de que mi libertad en Cristo debe ser ejercida en amor y servicio hacia los demás, porque vivir en libertad y disfrutar de ella es permitir que el Espíritu Santo me llene para que sea manifestado su fruto en mí.
 
Al reflexionar sobre cada manifestación del fruto del Espíritu Santo en el verso 22: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza y dominio propio”, es claro que necesito que obre en mí y me transforme en una viva imagen de Cristo. Reconozco que todos los días, como todo creyente, lucho contra mi carne; y así como se describe en los versos 16 al 21, pues la carne y el Espíritu están en constante conflicto y es una batalla que debo enfrentar cada día de mi vida.
 
La palabra de Dios me ayuda a entender que solo con la ayuda de Dios puedo resistir las tentaciones de la carne y vivir una vida que le honre, como bien lo dice Hebreos 2:18 “Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados.” Mi oración es que pueda vivir en la libertad a la que Cristo me ha llamado, como dice el Salmo 34:14 “Que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga”. Experimentar esta libertad es posible teniendo mi mirada puesta en Cristo, pues si permito que se desvíe mi corazón, actuará en pro de la carne y no del espíritu.
 
Por lo tanto, hoy soy llamada a permanecer firme en la libertad que Jesucristo me ha dado, cultivando el fruto del Espíritu Santo en mi vida y guardando la paz que él me ha dado.
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MM)

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