“Jesús contestó: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37-39 NTV)
Jesús une el segundo mandamiento con el primero por medio del AMOR, amar a Dios está ligado de forma inseparable con amar a las demás personas, el apóstol Juan nos lo explica: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4-20 RVR95)
Cuando tomamos la decisión de AMAR somos libres, el amor nos quita esos sentimientos que nos separan del prójimo como el orgullo, el rencor y la envidia. Muchas veces nos instalamos en ellos hasta que hacen parte de nosotros y se convierten en un obstáculo para el verdadero amor, nos enfocamos en los errores o en eso que no nos gusta del prójimo para simplemente cerrarnos, olvidando así este mandamiento que Dios nos dejó.
El AMOR verdadero no espera reconocimiento, reciprocidad o compensación, es el que debemos procurar diariamente y crecer en él, porque no sigue una línea de ascenso sino todo lo contrario, descendente. Crecer en amor y madurar es lo contrario a lo que pensamos, no es grandeza, no es fuerza ni poder, no es lo que el mundo nos ha hecho creer, el amor es humildad y sencillez, pero sobre todo es SERVICIO.
Quien conoce de este amor es capaz de dar o gastar su vida en beneficio de otros, de servir sin esperar recompensa alguna, incondicionalmente, porque recibe el mejor pago de todo, el gozo que solo ayudar a otro puede dar.
“Y he sido un ejemplo constante de cómo pueden ayudar con trabajo y esfuerzo a los que están en necesidad. Deben recordar las palabras del Señor Jesús: Hay más dicha en dar que en recibir.” (Hechos 20:35 NTV)
Amar a Dios y al prójimo, quiere decir pasión por El y compasión por la Humanidad, es vivir la vida con gratitud, optar siempre por lo bueno, vivir con un corazón de carne y no de piedra, rechazar todo lo que niegue y excluya a cualquier persona.
Con frecuencia, es en nuestro lugar de trabajo o estudio donde encontramos la mayor diversidad de personas y su cercanía a nosotros día tras día nos presenta el reto único de amar a quienes son diferentes a nosotros, por eso hoy la invitación es amar al prójimo con sus diferencias, con sus errores, porque es ahí donde mostramos el verdadero amor del que estamos hablando cuando logramos amar al otro a pesar de las diferencias.
Y finalmente, SERVIR, nuestra mayor muestra de amor para Dios y para el prójimo.
“y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá convertirse en esclavo. Pues ni aun el Hijo de Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:27-28 NTV)
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio PG
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