“Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos.” (Marcos 10:45 RVR95)
El ejemplo de Jesús en esta oportunidad nos lleva a reflexionar respecto a la administración de todo lo que somos y tenemos. A través de su ejemplo, entendemos que podemos encontrar nuestro propósito en la medida que llevamos un estilo de vida en la que nos damos a nosotros mismos.
Cada vez que leemos un pasaje de los evangelios acerca de la vida Jesús, encontramos que constantemente estaba pensando en otros y en favor de otros, dando de si a cada paso y hasta el último momento, dando inclusive su propia vida por todos. Sin duda, no se cansaba de dar, aunque no tuviera ninguna retribución al hacerlo.
Jesús dio su amor, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13 RVR95). Desde el punto de vista terrenal, Jesús dio amor en cada paso que dio, hasta el punto de entregar su propia vida aún por aquellos que gritaron: crucifícale. Y ¿de qué manera hoy damos nosotros amor? Sencillo: sirviendo. Los actos de amor de Jesús fueron actos de servicio. Cada vez que dedicas tiempo para pasar en la presencia de Dios, de tal forma que seas lleno para dar a otros de lo que has recibido, poniéndolo en práctica con tus dones y talentos, estás entregando tu vida para otros. Mientras otros descansan, duermen, miran televisión, se reúnen para comer, hacen deporte, y tu estas ensayando para ministrar la alabanza, componiendo una canción, preparando el sermón, las clases, disponiendo la logística para cada reunión, escribiendo, creando arte para Dios, etc. estás dando parte de tu vida para otros.
Jesús dio a sus enemigos, “Respondió Jesús: —A quien yo le dé el pan mojado, ese es. Y, mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.” (Juan 13:26 RVR95). Creo que difícilmente tenemos la capacidad de saber que alguien está en nuestra contra y gustosamente le servimos. Pero el amor y el servicio no tienen límites, dar es un acto que viene de Dios por tanto es incondicional, sin prejuicios, que no mira a la persona sino la gracia de Dios para con ella. Siempre lo he dicho, amar y dar a los que nos aman es fácil, pero realmente necesitamos aprender de Jesús a dar aún a aquellos que sabemos son nuestros adversarios.
Jesús dio perdón, “Jesús decía: Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen...” (Lucas 23:34 RVR95). Una vez conocemos la historia de Jesús y todo este contexto es imposible no estremecernos con estas palabras. Humillado, herido hasta lo sumo, abandonado, preso de burlas e injurias y menospreciado, pero Jesús le exclama estas palabras al Padre. Si Él lo hizo, bajo esas circunstancias, ¿qué de lo que han hecho o causado puede ser tan grave, que está por encima de la experiencia de Jesús, para que no otorguemos perdón? Dar perdón es un acto liberador que necesitamos brindar a diario.
Jesús dio sanidad, “En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades, plagas y espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista.” (Lucas 7:21 RVR95). Somos instrumentos de sanidad, porque la sanidad no solamente hace referencia a una dolencia del cuerpo, sino también del alma. Por eso, cuando hablamos sin juicios, cuando bien hablamos (es decir, no maldecimos) a otros, cuando aprendemos de nuestras experiencias y nos dejamos usar para ministrar a otros que pasan por la misma dificultad o dolor que hemos tenido, estamos dando sanidad. Claro está, que el mismo poder que actuó en aquel tiempo es el mismo que hoy nos ha sido otorgado para orar por otros y ver milagros y sanidades de enfermedades, esto debemos buscar.
Tiempo de Hablar con Dios: Bendito Señor, cada vez que aprendemos algo de Jesús nos damos cuenta de lo lejos que estamos de ser siquiera en una pequeña medida parecidos a Tu Hijo, ayúdanos a morir cada día y permitir que los hábitos que Jesús tenía también sean los nuestros, nos disponemos Señor porque queremos dar a otros de los que hemos recibido, agradarte y dejarnos usar por Ti. En el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR). Basado el libro, Lo Hábitos de Jesús (Jay Dennis)
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