El Milagro de la Gratitud
Filipenses 4:4-7 RVR1960: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! [5] Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. [6] Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. [7] Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
 
 Hace unos días participé en un encuentro en donde profundizamos acerca de los buenos hábitos de una persona llena del Espíritu Santo, uno de ellos era la gratitud. Fue una corta sesión en la que escuchamos varios testimonios y opiniones acerca de cómo debe vivir un cristiano agradecido, y desde entonces he venido meditando en ello. Empecé a reconocer nuevamente los eventos de mi cotidianidad como pequeños milagros por los cuales debía empezar a agradecer, pues, aunque parece muy obvio despertar, respirar, hablar, caminar, no lo es. Todo hace parte del paquete de bendiciones que Dios nos permite disfrutar y a diario; es decir, son milagros y no simples acciones cotidianas. No reconocer lo extraordinario en lo cotidiano, aleja nuestro corazón de vivir en gratitud, gozo y paz.
 
Todos anhelamos experimentar milagros extraordinarios diariamente y muchas veces pensamos que el gozo vendrá después de experimentar lo extraordinario, al menos yo pensé así por mucho tiempo, pero Dios se ha encargado de hacerme entender que si no tengo la capacidad de agradecer por lo que considero poco, mucho menos podré darle la gloria a él de manera genuina si me diera lo extraordinario que anhelo.
 
Por más cliché que suene, es necesario que seamos procesados y formados en agradecimiento. Estas son reglas básicas para vivir la plenitud de la vida cristiana. En mi caso, por medio de duros procesos he aprendido a reconocer la misericordia de Dios, a agradecerle y a vivir en gozo y paz en medio de la tormenta.
 
Ahora, ustedes se preguntarán ¿Qué tiene que ver el agradecimiento con la paz?, TIENE TODO QUE VER.
La gratitud nos abre las manos y prepara nuestro corazón para recibir aquello que el Padre ha preparado para nosotros de acuerdo con su voluntad. Un corazón agradecido vive en gozo permanente, sin importar las circunstancias y prepara el camino para experimentar la verdadera paz.
 
Dios me ha permitido vivir muchos milagros extraordinarios, pero el milagro más grande, es la salvación que Cristo me regaló cuando estaba literalmente envuelta en mis delitos y pecados. Él me amó, me rescató, me limpio, me restauró, me preparó e hizo de mí, una vasija de honra, una nueva criatura que ahora le ama y ama su asignación en el reino.
 
Tengamos presente que nuestro proceso de formación no acaba, seguiremos siendo procesados y formados en agradecimiento para que cada vez más se produzca en nuestros corazones esa paz que sobrepasa todo entendimiento.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)

Leave a Reply

Your email address will not be published.