El Padre Amoroso
 
Lucas 15:21-22 NBLA: “Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo”.  Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traigan la mejor ropa y vístanlo; pónganle un anillo en su mano y sandalias en los pies.”

La parábola de hijo prodigo nos narra la historia de amor y redención de un padre hacia su hijo.  Cuenta la historia de un hijo que pide su herencia sin haber fallecido el padre y se va de viaje por el mundo dedicándose, como diríamos en nuestra cotidianidad, “a darse gusto”, haciendo lo malo y gastando todo el dinero. Cuando se queda sin nada, pasando hambre, busca trabajo y lo emplean como cuidador de cerdos en una finca, pero aun así no podía siquiera comer la comida de los cerdos; es ahí cuando reflexiona y se arrepiente, decidiendo volver a casa de su padre, no con la intención de ser tratado como hijo, sino de ser tratado como un empleado, sin embargo, el padre al verlo lo recibe lleno de amor, con abrazos y besos y restituye su lugar de hijo.

A través de este devocional, hoy quiero hablarte a ti que ya eres hijo de Dios por la redención a través de Cristo. Cada uno de nosotros tenemos un lugar especial en la mesa del Padre por el sacrificio de Cristo en la cruz, hemos experimentado deleite en su presencia, pero nos hemos amoldado al sistema de este mundo y el pecado nos ha separado de la comunión con el Padre y su Santo Espíritu. La palabra de Dios en 1ra de Juan 1:9 nos dice: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”. Dios es el Padre misericordioso que entregó a su hijo por ti y por mí, para que a través de él tengamos vida en abundancia.

El amor y la misericordia de Dios nos lleva a su gracia y a la manifestación del poder salvífico de Jesús en nuestras vidas; Jesús es nuestro Salvador y nuestro Ayudador, como nos expresa el Salmo 34: 6 “Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó, Y lo salvó de todas sus angustias”. Es momento de clamar al Padre con un corazón arrepentido y humillado porque él perdona y nos libra de nuestras angustias.

No nos perdamos de ese banquete que el Padre ha preparado y ha servido, que está dispuesto a entregárnoslo para que disfrutemos en su presencia, llenos del gozo de su salvación a través de reconocer a Jesús como su hijo, como Dios y Salvador, y arrepentirnos del pecado, regresando a casa, así como ese hijo que se había perdido, pero el amor de su padre cubrió multitud de pecados. Dios hoy quiere restituir nuestro lugar de hijos.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (LG)

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