“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.” (2 Corintios 4:17 RVR1960)
La cualidad más bonita que podemos encontrar en un creyente, es ver que existe coherencia entre lo que vive y lo que cree o profesa. Cuando leo está palabra escrita por el apóstol Pablo entiendo mucho de la forma de vivir de un creyente. Jesús nunca nos dijo que no íbamos a tener tribulaciones, por el contrario, en la biblia se nos advierte que es parte de la vida, inclusive algo necesario.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).
Pero la diferencia entre una tribulación vivida con Cristo y una sin Él, es como lo dice este pasaje, el eterno peso de su Gloria. ¿Y qué es el eterno peso de su Gloria?
Es saber que todo lo que nos sucede y que nuestro Padre permite que nos suceda es para nuestro bien, para forjar nuestro carácter, para reorganizar nuestras vidas constituidas a partir de las prioridades del mundo terrenal y no de las riquezas del cielo, es pasar por el horno para darnos cuenta que necesitamos a Jesús en nuestras vidas, conocerlo y parecernos a Él para dejar de tener una personalidad basada en el fruto de la carne, es retomar el camino que habíamos dejado a un lado por ser el menos popular y el que menos se parecía a nuestras expectativas, es acercarnos cada vez más a la transformación que logramos sólo en Su presencia, el mundo poco a poco nos aleja de ser coherentes con lo que somos, con nuestra identidad de hijos del Rey.
Cada LEVE tribulación debe producir en nosotros más cercanía con Jesús, entender más su palabra, amar más sus mandatos, aprender a escucharlo y saber qué espera de nosotros, moler nuestra voluntad y nuestro ser hasta que no exista nada más que Él, es ahí cuando podremos ser un testimonio del peso de la Gloria de Dios en medio de la tribulación que vivamos.
Si estás pasando por una tribulación es porque estás siendo formado por Dios, porque eres su hijo y Él es un Padre en todo el sentido de la palabra, que corrige y encamina a sus hijos, tu tribulación no es falta de amor, por el contrario, es la muestra del amor más grande e incomparable. Cuando somos padres podemos entender estos principios, por ejemplo, cuando tenemos que reprender fuertemente a nuestros hijos y luego encerrarnos en el baño con los ojos aguados para que no nos vean porque nos dolió más a nosotros que a ellos, pero cuando lo hicimos sabíamos que era necesario para forjar a nuestros hijos, así nos duela.
Es difícil pero aun en medio de la tribulación agradece y alaba porque no volverás a ser el mismo, porque saldrás de esta prueba más que victorioso y será un paso más certero y cercano hacia el propósito de Dios para ti.
2022 Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio (GVO)
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