El Poder de la Vulnerabilidad
Marcos 5:21-24 PDT: “Cuando Jesús volvió a la otra orilla del lago en la barca, mucha gente se reunió junto a él a la orilla del lago. Llegó uno de los dirigentes de la sinagoga que se llamaba Jairo. Cuando vio a Jesús, se arrodilló ante él y le rogaba mucho: —Mi hijita está a punto de morir. Te pido que vengas y coloques tu mano sobre ella para que se mejore y siga con vida. Jesús se fue con él y mucha gente lo siguió. La gente apretujaba a Jesús por todos lados.”

La historia de la sanidad de la hija de Jairo, uno de los dirigentes de la sinagoga, es un reflejo de la importancia que tiene la familia para el corazón de Dios. Todo lo que sucede en ella y alrededor de ella siempre tiene lugar en la agenda de Cristo, aunque la multitud y todas sus necesidades lo rodeen.

Si bien parece una contradicción el título de nuestro devocional, puesto que ser vulnerable es sinónimo de debilidad, la biblia constantemente nos enseña que mostrar y reconocer nuestra fragilidad es, no sólo un acto totalmente humano y sincero, sino que es una actitud que pone en marcha el poder de Dios; basta tan sólo recordar la palabra que nos dice: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9 RVR1960)

No soy madre, ni esposa, pero si he tenido que tomar muchas veces el liderazgo en medio de mi familia, ante circunstancias muy similares a la de este hombre, en las que rendir mi vulnerabilidad y decir “hágase tu voluntad y no la mía” ha cambiado por completo el panorama sombrío que nos amenazaba. La familia está en la mira del enemigo, no podemos dejarnos inmovilizar por el temor, debemos levantarnos como defensores de la institución que Dios puso en la tierra para gobernar a través de ella.

La vulnerabilidad de este padre lo llevó a poner en acción su fe. La amenaza de la muerte de su hija lo dejó incapaz de resistirse a su única esperanza, Jesús; por eso podemos aprender que reconocer nuestra vulnerabilidad nos acerca a él, y al acercarnos a Cristo con un corazón humillado, obtenemos una respuesta, para este hombre fue: “No tengas miedo; solo cree”.

Ahora, rendir nuestra fragilidad ante Dios tiene muchos sistemas opositores, por eso irónicamente, es un acto que requiere de valentía. Jairo tenía que separarse del sistema de la sinagoga del cual era el líder, un sistema legalista incapaz de dar vida, para reconocer a Cristo como el único suficiente para darla. Entonces, si queremos ver la victoria, necesitamos apartarnos del sistema, desarraigar de nosotros ese sistema de creencias de toda la vida, esos preconceptos que nos han acompañado y que nos llevan a actuar siempre de la misma forma. Hecho esto, saliendo de esa atmósfera de lo cotidiano, de la tradición, entramos a la atmósfera de gobierno de Cristo para que se abra el camino y veamos cómo él se enfrenta a todo lo que quiere dividir, destruir y acabar con nuestra familia, a la multitud que dice, cállate y no lo molestes más, a la multitud que se burla de él, pero que controla sólo con su voz, una multitud que termina por obedecerle.

El temor nos lleva a pensar lo peor, pero este padre decidió actuar mientras su hija “padecía”. Jesús está velando y por eso para él la niña sólo dormía, esperando el susurro de su voz, el susurro que llegó por la fe de su padre que peleó una batalla interna contra el temor y venció, permitiendo que la gloria de Dios reposara sobre este hogar. ¡Los niños duermen, pero los padres actúan!

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)

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