“Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días. Cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron todas las naciones que estaban alrededor de nosotros; se sintieron humillados y reconocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra.” (Nehemías 6:15-16 RVR95)
Nehemías no es solamente un libro que nos enseña principios valiosos sobre el liderazgo, también aumenta nuestra perspectiva frente a lo que es tener una visión y trabajar en ella. El pasaje de hoy nos lleva a meditar en algo, la obra fue terminada y trajo la Gloria de Dios.
¿Qué necesito para desarrollar la visión que Dios ha dado a mi vida? El hecho de preguntármelo ya es un avance, porque muchas cosas grandes en la vida inician de esa forma, haciéndonos interrogantes: “Hanani, uno de mis hermanos, vino a visitarme… Les pregunté por los judíos que habían regresado de cautiverio y sobre la situación en Jerusalén.” (Nehemías 1:2 NTV) El privilegio de la comodidad nos hace ser ajenos a las necesidades de otros, o viceversa, el hecho de estar en gran necesidad nos hace centrarnos en ella y muchas veces ser duros cuando la que otro manifiesta es inferior a la nuestra. Ante cada caso, necesitamos equilibrio de parte de Dios para ser sensibles a la pregunta: ¿cómo están mis hermanos?
Resolver la inquietud crea un efecto en nosotros. Cuando Nehemías escuchó lo que pasaba con el pueblo de Israel una carga quedó en su alma, “cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo…” (Nehemías 1:4 NTV) Si mi visión no genera una carga en mí, no es una visión, debe quebrantar mi corazón y producir momentos de ayuno y oración.
Llevar a cabo un plan que Dios ha puesto en mi corazón requiere indagar y estudiar sobre este. Trabajar por mi visión incluye instruirme en todo lo que tiene que ver con ella, y hacerlo prudentemente, es un asunto entre Dios y yo, entre Él y tú. Nehemías no se quedó con lo que escuchó, fue a inspeccionar lo que pasaba en la muralla de Jerusalén (Nehemías 2:11-16).
Toda visión que viene de parte de Dios va a generar oposición porque va a afectar la vida de otras personas conforme a Su propósito. Robarle almas al enemigo no es algo que lo haga feliz, nuestra tarea es no dejarnos manipular ni amedrentar frente a toda oposición que se presente.
“El Dios del cielo nos ayudará a tener éxito…” (Nehemías 2:19-20 NTV)
La visión de Dios no se detiene, necesitamos discernimiento para terminar su obra. Además de enfrentarnos con la oposición a la obra, necesitamos estar tan conectados con Dios que podamos identificar aquellas cosas que, aunque parezcan, no provienen de parte de Él. “Me di cuenta de que Dios no le había hablado, sino que decía esa profecía contra mí…” (Nehemías 6:12 NTV)
La visión de Dios se cumple. Como lo vimos inicialmente, Nehemías terminó la visión que Dios le dio, Él le permitió ver la obra culminada y no seremos la excepción. El propósito de la visión es traer la gloria de Dios, esta es una señal que nos indica que vamos camino a la victoria.
Así como todas las naciones alrededor fueron humilladas y reconocieron que la obra fue hecha por la mano de Dios, tendremos testigos que reconocerán que el Señor vive, ayer, hoy y por los siglos y que por Su mano hemos completado la obra.
KMR – Casa de Refugio
Leave a Reply