“Jehová, ¿quién habitará en tu Tabernáculo? ¿quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia; el que habla verdad en su corazón; el que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo ni admite reproche alguno contra su vecino; aquel a cuyos ojos el indigno es menospreciado, pero honra a los que le temen a Jehová; el que aun jurando en perjuicio propio, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura ni contra el inocente admitió soborno.” (Salmos 15:1-5ª RVR95)
Este salmo de David nos describe la persona digna de ser huésped de la habitación o tabernáculo de Dios. Alguien que vive conforme a los estándares divinos tiene acceso a su habitación. La habitación es un lugar de intimidad donde descubres los detalles más privados.
A través del Plan Redentor liderado por Jesús, el Padre no sólo busca una solución para el problema del pecado, sino que realmente anhela restaurar su relación inicial con el hombre, esa que le permitía tener encuentros cercanos con el creador del universo, una relación de amistad e intimidad.
Su Habitación es el lugar donde encontramos la Gloria de Dios, “Jehová, yo he amado la habitación de tu Casa, el lugar de la morada de tu gloria.” (Salmos 26:8 RVR95)
Indiscutiblemente, el requisito esencial para entrar en la morada de Dios es la santidad, sin ella no le veremos, sin ella no podemos entrar al lugar de su gloria.
Antes de llegar a convertirse en rey, David tuvo que enfrentar muchos peligros y circunstancias difíciles en su vida. Enfrentar batallas, persecuciones y situaciones difíciles nos lleva a alimentar nuestra confianza en Dios y es una oportunidad para experimentar su presencia en verdadera intimidad.
Quizás nunca hemos tenido que pasar literalmente por una persecución, en la que alguien quiera hacernos daño físicamente, pero si hemos tenido que vivir circunstancias en las que el enemigo usa a diferentes personas, aún cercanas, para levantar falsos testimonios en nuestra contra, chismes, mentiras, por causa de la envidia quieran quitarnos algo que nos pertenece, o siembran cizaña entre otros para dañar nuestra reputación, en fin, para la maldad esta su autor principal, quien nos odia a muerte y es muy creativo.
“En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en tu Tabernáculo a cubierto de lenguas contenciosas.” (Salmos 31:20 RVR95)
Cuando estamos rodeados por estas circunstancias necesitamos un refugio que nos de paz y el Tabernáculo de Dios está en Salem, que significa paz. “En Salem está su Tabernáculo y su habitación en Sión.” (Salmos 76:2 RVR95)
No hay nada que pueda quitarnos las fuerzas o debilitarnos si nos refugiamos en lo íntimo de su morada, mientras afuera el enemigo libra la batalla por sacudirnos y opacar nuestra fe, nosotros tenemos la oportunidad de entrar en la recámara de Dios, exponerle nuestra angustia y disfrutar de su gloria, una vez más Él se encargará de todo, nuestra tarea es confiar y descansar en este lugar de paz.
“Él me esconderá en su Tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me podrá en alto.” (Salmos 27:5 RVR95)
Son muchos los propósitos que tiene este lugar de refugio, no sólo darnos paz en medio de la batalla, también mostrarnos la gloria de Dios, refugiarnos en su palabra, pero sobre todo conocer sus secretos más íntimos.
Si estamos en tiempo de batalla, tenemos un refugio, si estamos en paz con Dios y nuestras vestiduras se encuentran blancas, es tiempo de buscarle en su morada y disfrutar de su canción para nosotros “Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás.” (Salmos 32:7 RVR95)
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)
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