EL REGALO MÁS GRANDE
Lamentaciones 23:23 RV1960: “Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.”

Recuerdo que en mi infancia la Navidad era motivo de ilusión pues, unos años venían de visita mis primos de la costa, al siguiente año, nosotros pasábamos las fiestas allá. Luego en el siguiente año, mis papás optaban por que las pasáramos en la casa de mis abuelos paternos en medio de comida, licor entre los mayores, música y juegos entre los primos. Esta última, era una reunión con muchas personas, pues la familia paterna se componía de mis abuelos y 14 hijos criados, la mayoría casados. ¡Así que éramos muchos!

Recuerdo que mi mamá no era fan de estas reuniones, pero aun así, ella propendía por complacer a mi papá, pues como que respetaba que se establecieron turnos anuales para pasar las fiestas en las dos familias; entonces, mi mamá a pesar de no ser de su agrado preparaba todo para que pasáramos una linda noche buena, participaba activamente en la preparación de la cena, llevaba los insumos, y disponía que no faltara nada. Además de eso, se tomaba el trabajo de comprar a cada uno de los que iban a asistir a la reunión un regalo, estamos hablando de alrededor de 50 o más regalos, así fuera un detalle, nadie se quedaba sin regalo de parte de la familia Ávila Martínez.

No así ocurría respecto de las demás familias u hogares compuestos por los demás hermanos de mi papá. Aunque a mi mamá, en su humanidad, le dolía que al menos con sus hijos no tuvieran un detalle, nos decía que era más importante dar que recibir. Mi papá por su parte se daba cuenta de esto, pero callaba prudentemente.

Me disculpo si hasta ahora solo he hablado mucho de mí y poco de La Palabra que da origen a este devocional, pero no puedo dejar de pensar que en ese ir y venir cada año en el que el concepto de celebración de mi familia de la época navideña era tan errado, Dios estaba en medio de nosotros y no nos dábamos cuenta.

Estaba en el amor mutuo o en la complacencia que tuvieron mis padres para disponer de los recursos limitados que teníamos, porque no éramos una familia boyante, si no una familia normal de clase media, y entregarle a todos una muestra de afecto, aun a pesar de que no recibiríamos un regalo de vuelta, Él estaba ahí, a pesar de las sensaciones humanas que pudiera tener mi mamá, del silencio incomodo de mi papá, Él estaba ahí y no nos dábamos cuenta, de Su Amor, de Su Proveeduría, de Su Protección, de Su Paciencia, de Su Ternura, pero sobre todo de Su Fidelidad, a pesar de nosotros mismos.

Nunca ha habido mejor regalo amados, no hay nada que pueda satisfacer de mejor manera nuestras necesidades que El y es que, si se puede decir, es injusto con Él, que esta humanidad no sea consciente de eso! Menos mal que El no necesita de nosotros!!

Hoy quiero dar gracias a Él porque me esperó, el tiempo que yo me di la gana en hacerlo esperar, me espero con amor, paciencia y a veces con disciplina para quitarme la venda de los ojos y darme cuenta de que EL ES EL MEJOR REGALO; que las podas, las ausencias, las carencias, son necesarios para identificar el vacío que tenemos en el corazón al no tener Su Presencia, pero también son el camino al cumplimiento de los propósitos más altos que Él tiene para con nosotros, doy gracias porque Él ha tenido el control de todo en mi vida y ahora sí soy consciente de eso y veo, que cada día me ha mostrado nuevas misericordias, transformando mis pensamientos, mis anhelos en procura, creo yo, ¡de nuevos tiempos llenos de Su Perfecto amor! ¡Alabado seas Cristo!

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio. OLAM

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