El Resultado de la Restauración
Salmo 51: 16-17 RVR1960:15 Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. 16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto”.

El Salmo 51 es quizá uno de los salmos de David más estudiados. Se trata de una oración de arrepentimiento genuino delante de Dios por su “gran pecado”, llegarse a Betsabé y todo lo que se desencadenó para cubrir su escandaloso pecado. Toda la historia se narra en 2da de Samuel, pero el enfoque no es el pecado, nunca lo fue, el enfoque siempre fue y será la misericordia de Dios y la restauración de aquel que ha pecado mucho y a quien se ama mucho.

Este fascinante salmo nos muestra a un Rey David arrepentido que se hace cargo de las consecuencias de su pecado y que por cuanto ha sido perdonado y limpiado, asume su carga y se compromete a ser testigo del Señor, a enseñar a otros el camino agradable a Dios.

David conocía a su Dios, y sabía que en él siempre hay nuevos comienzos. Él no iba a permitir que su pecado arruinara el resto de su vida, por el contrario, llenó su boca de alabanza y aprovechó para testificar de su amor y su perdón. Él tenía claro que este asunto no se resolvía con holocaustos, el único sacrificio válido era el suyo propio, aquel que lo llevaba a exponer su pecado, para morir a lo que había crecido en su corazón y dejar que Dios lo transformara.

El pecado es como una polilla que poco a poco se va comiendo nuestra comunión con Dios y nos aleja, haciéndonos cada vez más débiles y descarados ante el pecado, hasta que el Padre nos confronta y nos lleva al desierto de la purificación para que allí, cara a cara con él, nos enamoremos nuevamente de Él, de su esencia, de su carácter y saliendo de allí, podamos servirle con humildad, trabajando y anhelando ver el fruto de la salvación en todo aquel que por causa de nuestro testimonio, se arrepienta y sea transformado por su poder. La restauración de Dios trae sentido y un nuevo propósito a nuestra vida.

David sabía que la humildad nos acerca a Dios porque expresa nuestra sumisión y dependencia de él. El desierto nos hace crecer en humildad y nos prepara para vivir con plenitud la agradable y perfecta voluntad de Dios.

Busquemos glorificar intencionalmente a nuestro Señor sabiendo que el camino por el que Dios nos lleva es el mejor, uno lleno de su paz y restauración.

Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)

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